Los
remedios propuestos por el Gobernador García Padilla a la crisis fiscal, la
enorme deuda y la insuficiencia de recaudos, me recuerdan la dramática novela
de Joseph Conrad, El Corazón de las Tinieblas.
Frente
a una deuda pública --- inconstitucional de su faz, desde Rafael Hernández
Colón a Luis Fortuño, incluyendo ya a Alejandro García Padilla después de dos
años de brega con el monstruo, el Gobernador ha cogido el monte. Esa palabrita, el monstruo, la acuñó
Rafael Hernández Colón refiriéndose a la burocracia gubernamental, mientras la
aumentaba cultivando clientelas nuevas --- docenas de ellas --- para
atornillarse en el poder.
Nuestra
sociedad, más del 70% de ella según los estudiosos de la pobreza, sumidos en la
impotencia económica, dependiendo para comer y para vivir de fondos federales y
estatales, necesita un liderato de cabeza clara y espina dorsal firme como para
no pretender que el ciudadano pobre, dependiente, asuma mediante un impuesto
doble al consumo, comparado con lo que ahora paga las irresponsabilidades de
otros.
Se pretende
justificar esta virazón a base de aliviar al empresario, al rico, al
comerciante, con un aparente alivio al pobre y mediano, sobre unas
contribuciones que ahora no paga.
Se trata de un engaño. El
consumidor de la “tarjeta de la familia” pagaría esos impuestos, más los nuevos propuestos sobre el petróleo, mientras paga lo
mismo que el rico por una libra de arroz.
La
deuda de 70 mil millones la contrajeron los ricos y los politicastros para la
compra de votos y clientelas.
Que una
familia de dos reciba una exención contributiva de 70 mil dólares, para
sustituirlos con un impuesto al consumo obligado al pobre constituye una
aberración moral y una abjuración de la historia justiciera del Partido Popular
de Luis Muñoz Marín, Roberto Sánchez Vilella, Antonio Fernós Isern, Ernesto
Ramos Antonini y otros muchos. Es
moralmente un viaje sin retorno al corazón de las tinieblas.