lunes, 7 de enero de 2013

¿Cuándo y Cómo se Pierden unas Elecciones?


Algunas elecciones se pierden en las últimas dos semanas de un cuatrienio.  Eso le ocurrió a Rafael Hernández Colón en el 1980.  Valencia aparte, la percepción de que su campaña era manipulativa, dirigida a clientelas artificiales, y reducida la campaña a la glorificación del candidato, monopolizando así todos los recursos del partido --- dinero público y dinero privado --- y sin cohesión con otras importantes campañas, como la legislativa, la de los alcaldes y la del Comisionado Residente.  De haber ganado, habría ganado él.  Al perder, perdió él.

La campaña de reelección de Aníbal Acevedo Vilá en el 2008 culminó en derrota en las últimas semanas:  la acusación federal --- con todo lo falsa e infame que era ---, Paseo Caribe, y las ambigüedades del gobernador ante el, y la continua faena de destrucción y de saboteo de José Aponte del plan fiscal del gobernador, predicaron una derrota masiva.  A eso hay que añadir la ingenuidad de muchos populares que por zafarse del corrupto de Rosselló cayeron en la falda del farsante Fortuño.  Pero todo eso, en los últimos meses y semanas del cuatrienio.

La derrota más que merecida de Luis Fortuño se pintó segura y merecida desde la primera semana de actuaciones: la Ley 7, las falsas emergencias, “la Vía Verde o Tubo de la Muerte”, y el saqueo instantáneo que puso en efecto transfiriendo el capital público a sus amigotes.  Debe recordarse que todas estas barbaridades del falso monaguillo jaiba fueron respaldadas por Rafael Hernández Colón.

Para Fortuño, las primeras semanas determinaron su debacle de las últimas semanas.  Porque esa primera impresión se graba indeleblemente en la mente del pueblo y no hay agencia de publicidad que la borre.

Sirva lo anterior de marco histórico y factual para orientarnos, gobierno y pueblo, sobre los comienzos de la administración de Alejandro García Padilla.  Para ello, adelanto una expresión dramática del ensayista y crítico inglés Gilbert Murray, cuando afirmó que el Imperio Romano no cayó en el año 476, que es lo que afirma la historiografía tradicional, sino en el año 431 antes de Cristo, año en que comenzó la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta.  Ya para esa fecha, según Murray, la gloria que fue Atenas, la “escuela de Grecia”, se había agotado en lo que él llamo un “failure of nerve” --- una quiebra de la voluntad racional teórica y estética, para ser sustituida por la aventura imperialista.

Lección:  un error dramático, que destruya los cimientos de lo que en esencia es o se predica, conduce a la hecatombe.  Por eso, cuando se analizan los factores de una derrota política, hay que discernir cuándo verdaderamente ocurrió, si en las últimas semanas o en las primeras.  En Roma, ¿en el 476 después de Cristo o en el 431 antes de Cristo?

Quizás lo que llevo dicho resulta mucha teoría para un asunto muy sencillo.  La mayoría Popular de Senado y Cámara, en la primera semana del nuevo cuatrienio se ha pegado un tiro en los pies.  Sencillamente, hablando o callada, esa mayoría no quiere la “reforma legislativa” que se le prometió al pueblo y que es una de las razones básicas por las cuales fueron elegidos.

¿Por qué?  Por dinero.  Por lo mismo que los PNP’s no la querían.  Les cuesta mucho a ellos, mientras al pueblo le cuesta todo.  Me viene a la mente el dicho del Conde Keyserling mientras conversaba con labriegos españoles de Castilla: ¡Que cultos son estos analfabetos!  Vire el dicho al revés y aplíqueselo a los líderes populares de Cámara y Senado, mientras estrenen su nuevo poder y se definen ante el pueblo, que los observa anonadado: ¡Qué brutos son estos inteligentes!

Para escudarse contra el principio de legislador a tiempo parcial, como ciudadano, pretenden falazmente equiparar su función y esfuerzo a los de los jefes de Departamentos y agencias.  ¿Cómo se atreven?  ¿Es igual la tarea de un legislador semi-analfabeto --- y los hay en ambos partidos --- deambulando por los pasillos del capitolio, buscando en qué entretenerse, o dañando leyes y papel, a la de un Secretario de Hacienda, de Educación, o de Energía Eléctrica?  ¡Por Dios!  ¡Callen, callen, que me desesperan!, como decía  Kiko el del Chavo del Ocho.

La otra racionalización fatula que han ofrecido los líderes de la rebelión de los jaibas, consiste en decir que el legislador a tiempo parcial, el legislador ciudadano, es una puerta abierta a la corrupción, y que la experiencia con ese legislador ciudadano fue “un desastre”, como ha dicho Eduardo Bhatia, líder de la revuelta.

En primer lugar, existen leyes de más, y códigos de ética aplicables para conjurar la corrupción, que nunca fue notoria, y sólo se trae como parapeto para esconder la gula por el dinero fácil.  En segundo lugar, de 1941 a 1984 ese sistema produjo la mejor legislación que el País ha conocido.  Yo fui senador ciudadano, como lo fue el abuelo de Alejandro García Padilla, mi entrañable amigo.  Hablar de corrupción y desastre para aquel sistema es echar sombras retroactivas --- y falsas --- sobre por lo menos dos generaciones de escrupulosos servidores públicos.

Si este tipo de jaibería numismática y gelatinosa moral política dura una semana más ante la opinión pública, sellará harto temprano la suerte de Alejandro García Padilla y el PPD para el 2016.

1 comentario:

  1. Estimado profesor,

    Le ruego disculpe mi ignorancia, que ha quedado en evidencia con lo que he dicho. Sin embargo, opto por continuar escribiendo sin importar el riesgo a exponer mi ignorancia con la esperanza de achicarla. Espero que estos comentarios sirvan de estimulo a otros para ampliar el diálogo.

    La renuncia a las dietas y estipendios son "red herrings" o "window dressing", aspectos periferales a la esencia de la discusión, el retorno al legislador ciudadano.

    Le agradezco que escriba, como usted dice, "mucha teoría para un asunto muy sencillo", pues considero esencial que el que aprende este expuesto a modelos que demuestren la permanencia de los conceptos en varias circunstancias.

    Entiendo que "un error dramático, que destruya los cimientos de lo que en esencia es o se predica, conduce a la hecatombe" es lo que en mi barrio le llamamos "apearse por el rabo".

    Me parece que la hecatombe es lo que se trata de prevenir cuando se le aplica la tusa a la parte sur del animal que camina hacia el norte (gracias por la imagen profesor).

    Quien vende su cuerpo por dinero se considera inmoral.
    Los que venden sus ideales y sus compromisos "por dinero", caen más abajo y sufren el desdén y el oprobio de los electores.

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