Escribí
anoche sobre mis preocupaciones con respecto a los compromisos contraídos con
el pueblo sobre la reforma de salud, cuyos términos fueron harto sencillos y
obvios, en contraste a las engañifas de “Pedro Fortuño y Luis Rosselló”.
Contra
ese atraco, que consistió en transferirle billones de dólares a aseguradoras
que sólo sirven al lucro, tronó el PPD en su campaña, proponiendo una
rectificación correspondiente: un
sistema de acceso universal, a la europea, y un pagador único donde los
billones que desgarran las compañías de seguro regresen al Estado para rendir
servicios directos al pueblo.
La
salud, junto a la seguridad, tratan sobre la vida --- el valor
fundamental. Lo importante, dice
el vulgo, es estar vivo. Y en efecto, así es. Pero no vivo como quiera, sino
saludable, y en la seguridad de que puede obtener servicios médicos a la hora
de la crisis --- porque tenga los médicos privados suficientes, o porque el Estado
usa sus contribuciones para asegurarle acceso a los medios, médicos y farmacéuticos,
para asegurarle un nivel decente de calidad de vida.
Así que
salud es vida, y seguridad, frente a la muerte violenta. También es compromiso del Estado para garantizarlas.
La
campaña electoral exhibió una frondosa actividad prometedora de esa vida: salud y seguridad. Pero los primeros barruntos de gobierno
sobre esos dos compromisos, tanto como con la Reforma Legislativa, preocupan ya
al pueblo que votó por unas cosas, está viendo otras, o no ve nada parecido a su esperanza.
Pedro
Fortuño --- y Luis Rosselló, da lo mismo --- le entregaron a las compañías de
seguros los dineros del pueblo antes dedicados a los servicios de salud. Aníbal Acevedo Vilá hizo lo mismo, después
que Sila María Calderón vetó el proyecto de Servicios Universales de Salud aprobado
por la Legislatura Popular. Para
Luis Rosselló --- o Pedro Fortuño, da lo mismo --- fue muy fácil llevar aquella
debilidad a la entrega total.
Ahí estábamos
hasta la semana pasada. Ahí
estamos ahora, y ahí parece que estaremos durante cuatro años que corren,
porque como ocurrió con la Reforma Legislativa, el PPD se ha amantequillado con
el lance duro de las reformas.
El
estilo burdo del PNP --- Romero, Rosselló y Fortuño --- tenía una ventaja: uno sabía por dónde venían, a lo que venían,
de frente, “in your face” como dice el americano. Contra eso se puede combatir, de frente también. Lo que no se puede combatir es la
gelatina, porque uno se embarra con ella y a fin de cuentas no tienes nada sólido
que defender o combatir. Se trata
de la diferencia entre la audacia a lo matapuerco de los primeros y timidez
paralizante de los otros. Quizás
se trata de que, a fin de cuentas, se deben a las mismas clientelas.
A la
vista está: para el Departamento de Salud un emisario de la Triple S; para la Administración
de Seguros de Salud, un emisario de COSVI; y para la política operacional de
salud una Junta Reguladora sin poderes administrativos, otro club de discusión
sin poderes de decisión.
Por eso
dicen los franceses que “mientras más cambian las cosas, más siguen siendo la
misma cosa”.
"Quizás se trata de que, a fin de cuentas, se deben a las mismas clientelas." Creo que ese es el problema verdadero. El gobierno
ResponderEliminarestá "capturado" por una elite poderosa que en Estados Unidos es el sector financiero.
http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2009/05/the-quiet-coup/307364/