La
administración económica de un país supone el dominio del mapa de recursos, de técnica,
y de inteligencia afinada de los factores de producción y su uso eficiente,
tanto al nivel micro como al nivel del todo, del orbe macro de los grandes
componentes de la organización económica.
El
fundador moderno de esa ciencia práctica lo fue el sociólogo alemán Max Weber,
quien a principios del pasado siglo dejó estampado su rastro en una serie de
libros seminales: “Economía y Sociedad” y “La Ética Protestante y el Espíritu
del Capitalismo”. Accedí al
conocimiento de la obra de Weber a través de su principal traductor y explicador
en lengua española, Don José Medina Echevarria, mi inolvidable mentor
universitario en Río Piedras.
Lo que
distingue la economía y la sociedad como objetos de estudio y de acción es su
diferente racionalidad o lógica de
explicación y aplicación: teórica,
lógica matemática en la economía, y práctica, como conocimiento de la acción en
el caso de la sociedad. De esa
naturaleza dispar se desprende que la economía se enfoque como una disciplina
intelectual, organizable y enseñable en forme lógica y abstracta, con altas
posibilidades de proyección y predicción.
Cuando nos enfrentaos a los problemas de la sociedad como tal, asistimos
al mundo de las acciones y pasiones, intereses e irracionalidades, que no se
dejan organizar lógicamente para la definición y la predicción, para el control,
que es lo que persigue la reforma o la terapia personal.
Adelanto
esas reflexiones para explicarme con ellas la diferencia observable en las
actitudes del nuevo gobierno sobre estos dos grandes renglones de problemas que
aquejan al País, y por lo cual realizó un cambio político el pasado noviembre,
o por lo menos eso fue lo que pensó el electorado.
No me
queda duda de que el nuevo gobierno ha encarado los problemas financieros y de
la economía con premura y conciencia clara de su complejidad, y que ha
reclutado personal preparado y motivado para dirigir competente y honestamente
ese macro sociológico que llamamos “la economía”. Sin embargo, tengo la percepción y así muchos intelectuales
más, que los problemas de “la sociedad”, salud, educación y seguridad --- tres dimensiones de
nuestra vida que comprenden a toda la comunidad --- no han recibido un análisis
previo comparable a la economía, siendo más complejos, más tercos en su patología,
pensando quizás que se atiendan con sendos nombramientos.
Me
ocupo hoy de la salud del pueblo,
que de estos tres mundos sociales ha sido el más publicitado. Existen con relación a él varias
interrogantes que perturban la posibilidad de la complacencia.
En
primer lugar, representa un dato positivo el hecho de que los profesionales más
reputados con respecto a la salud pública, como lo son el doctor Ibarra, el
doctor Ibrahim Pérez y el doctor Vázquez Quintana opinan al unísono que el
lucro de las aseguradoras como intermediarios --- para decidir a quién se le
ofrecen los servicios y los medicamentos y a quién no, según le parezca a los
contables y burócratas de esas empresas --- le roba al sistema público una
inmerecida cantidad de millones sencillamente como lucro y no como servicios.
En
segundo lugar, cuando observo a un cabildero profesional como Roberto Prats,
ligado económicamente a una de las más grandes aseguradoras --- la Triple M ---
lidiando con el programa de salud,
me desvelo, acompañado como está por Rafael Hernández Colón, de conocido e
insaciable apetito económico. No
sabiendo cuáles fueron las relaciones económicas de la campaña de Alejandro con
esas aseguradoras, la duda hipotética se me convierte en temor.
Complica
el cuadro el hecho de que cuando un político serio y honesto como José Luis
Dalmau propone un proyecto de “Servicio Universal de Salud”, sale ---
sorpresivamente --- un periodista inteligente y honesto, Benjamin Torres Gotay,
y lo ataca irresponsablemente, aduciendo “vínculos” del senador Dalmau con el negocio
de seguros. No dice cuáles vínculos, con quién y si se
trata de seguros de salud. Se sabe
que el padre y un hermano del senador tienen negocios de seguros. ¿De qué tipo? ¿Qué relación tienen con el plan de salud universal del
senador? Hay Dalmaus
independentistas, populares y estadistas.
¿Se manchan y desacreditan los unos a los otros? ¿Por genética? El innuendo al aire, sin información
seria y verificable, no le hace bien ni al periodista, ni al periodismo, ni al
problema planteado, o maltratado.
Comprendo
que la discusión sobre qué plan de reforma de salud le conviene al País está
apenas comenzando. Mi actitud por
ahora es sencilla” “Show me!”
¡Fichas a la mesa!, no sea que nos vendan gato por liebre, llamándole al
tumbe de las aseguradoras de otra manera.
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