Desde
los comienzos mismos del movimiento democrático-liberal europeo, principalmente
en Inglaterra para los últimos años del siglo XVII, se proclamó al Poder
Legislativo como el principal poder del Estado. Porque el poder legislativo representaba la voluntad del
pueblo, en el contrato social que tanto John Locke como Juan Jacobo Rousseau
definieron como la base de la legitimidad política de los gobernantes.
De
paso, y por eso, si usted abre cualquier texto constitucional moderno
encontrará, en la enumeración de los poderes del Estado, que el Poder
Legislativo es el primero en definirse y explicarse.
Con el
avance comercial, industrial y financiero de la época moderna, sin embargo, y
con los fenómenos del imperialismo económico y globalización tecnológica y
bélica, el Poder Ejecutivo ha pasado a primer lugar en responsabilidad e
impacto en la vida colectiva, nacional e internacional.
Si a
los procesos arriba enumerados añadimos el hecho de que la ciudadanía
políticamente participante no es de minorías, sino de masas multimillonarias en
número, la propaganda política comercial y la demagogia han desplazado al
diálogo político racional, posible hasta el siglo XIX.
Es en
el contexto de las transformaciones apuntadas que hay que juzgar el deterioro
de la función legislativa, tanto en el Congreso de los Estados Unidos como en
la Legislatura de Puerta de Tierra.
Nuestro
Poder Legislativo se ha convertido en una miasma moral, patética y
pestilente. Para él, la historia,
especialmente esta semana, resulta cruel y despiadada. Porque mientras el País recuerda con
sentida nostalgia la enormidad política y moral de Roberto Sánchez Vilella y Luis Muñoz Marín esta semana,
en Puerta de Tierra nuestros legisladores se revuelcan en sus patentes
pequeñeces, en titánicas luchas por defender privilegios económicos que ofenden
y sueldos que no merecen. Basta
señalar que su apasionado drama no gira en torno a la penuria económica del
pueblo, la caída de la clase media en la pobreza y de los pobres en la miseria,
sino en torno a sus abusivas dietas, lujosos carros, y sueldos escandalosos,
los más altos de todos los estados de la Unión y del resto del mundo
civilizado, mientras supuestamente representan legislativamente a un país en
quiebra económica y financiera.
¡No hay
pudor! ¡No hay vergüenza! ¡No hay lo que nuestros viejos
llamaban, desde las curules de su carácter ético, calor en la cara!
¿Más de lo mismo? La necesidad de un cambio radical en nuestra política económica se impone. La recuperación económica es débil y mediocre. ¿Qué puede hacer el gobierno?
ResponderEliminarEl 2013 presenta una oportunidad real para cambiar el desempeño económico y ampliar nuestra base productiva. Recomendamos que el gobierno se centre en las políticas que hacen hincapié en aplicación tanto como análisis, ya que éstas ofrecen la mejor oportunidad para salir del estancamiento económico. Cambio radical es necesario debido a la falta de liderazgo que se ha apoderado de nuestras estructuras políticas. Necesitamos un cambio radical debido a esa falta de liderazgo político real que supere la inercia de políticos preocupados meramente con sobrevivir en sus posiciones acomodaticias y personales. Nuestra economía no está creciendo, nuestros gobiernos – estatal y municipales — no están produciendo suficientes oportunidades a la gente tanto a niveles de empresas como de empleos. La democracia no es sólo limitarse a las elecciones. Se trata de nuevas normas que establecer. Se trata de auspiciar nuevos modelos. Se trata de ganar la confianza de la gente basado no en discursos sino en resultados. En definitiva, el bienestar humano es lo más importante. El hecho de que esto es tan poco reflejado por el pensamiento económico general y formulación de políticas es al menos inquietante sino seriamente preocupante. Los organismos gubernamentales a menudo todavía se enfocan en modelos de crecimiento económico ortodoxo que buscan la maximización y eficiencia. Es una desgastada fórmula procesal que no ha funcionado porque hay una relación directa entre el funcionamiento económico y la gente. Esto se basa en la suposición de que, finalmente, esto, lo puramente operacional, llevará a mejorar el bienestar colectivo. Pero no es así..! Lo que necesitamos es una poderosa nueva perspectiva para afrontar los retos que afrontamos hoy.
A partir de esta nueva perspectiva, resulta interesante considerar el bienestar humano en el contexto de un cambio radical en el pensamiento económico hacia una economía incluyente y sostenible. El bienestar general se traduce en una economía saludable, en ventas, en inversiones, en empleos. Tenemos que empezar a hacer cosas, a construir cosas, a producir cosas, a cosechar cosas. Aparte de factores estrictamente económicos, nuestro bienestar depende en gran medida de que desarrollemos una noción de la economía que toma en cuenta a la ciudadanía, a los trabajadores, los empleados, los comerciantes, los empresarios y que sale de su camino para dar cabida a estos en las estructuras del poder real cotidiano. Se trata de crear oportunidades.
¿En qué medida puede y debe cambiarse las reglas del juego económico contemporáneo? ¿En qué momento superamos por fin los paradigmas neoliberales que nos han sumido en la crisis más larga de nuestra historia moderna? ¿En qué momento podremos definir adecuadamente el mecanismo de las inversiones privadas sin hipotecar nuestro patrimonio mediante esquemas de privatizaciones que en lugar de aportar al acervo lo que hacen es saquear nuestros bienes públicos?
ResponderEliminarEs nuestro reto y objetivo cruzar las fronteras tradicionales entre la teoría y la práctica, para que, juntos, encontremos nuevas formas de pensar, proponer alternativas e impulsar nuestra economía. En cualquier lado que estés, creo que debemos ser artífices de nuestro cambio y para eso debemos salirnos de las tribus existentes, hay que creer en la manufactura, hay que creer en la agricultura, hay que creer en la nueva industria energética, hay que creer que podemos aumentar nuestras exportaciones y hay que creer que podemos hacer a Puerto Rico más interesante y atractivo como sistema social, ambiente natural y destino. Tenemos que dejar de quejarnos sobre las pérdidas del pasado e iniciar la construcción de una nueva estructura que nos llevará más alto de donde estamos. Está claro que las cosas no pueden seguir como están. Está igual claro que en el nuevo gabinete hay actores que no responden al reto y se han atrincherado en las viejas malas costumbres organizativas y políticas de grandes intereses y ventajerías. La ironía es que ni las empresas, ni los comercios ni las finanzas van a mejorar significativamente mientras sigamos jugando el anticuado juego con las reglas obsoletas que nos han llevado al estancamiento, el desempleo masivo y la dependencia. Este es el contexto de todo debate sobre nuestro futuro. Esperemos que tengamos el coraje de tomar la iniciativa y la resolución de tomar las decisiones radicales que requiere salvaguardar nuestro interés nacional. Y los que no sirven para asumir el reto social, no sirven, punto.
Agradezco su reacción reflexiva e informada a mis planteamientos. Ese es el tipo de discusión que es importante que se amplíe para el pueblo. Pueden haber diferencias en un punto u otro de sus planteamientos, pero lo importante es la proyección de conjunto que su análisis representa.
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