La Real
Academia de la Lengua Española define “vándalos” como aquel pueblo germano que invadió
a la España romana, señalado por su “furia destructora”. Así invadió Luis Fortuño y su mafia al
gobierno de Puerto Rico, y su legado es claro: corrupción, pillaje,
enriquecimiento ilícito --- dolo y peculado --- y traición moral a lo que prometió
a este pueblo.
La
mentira fue su “modus operandi”, desde que explotó la amistad de sus ricachos
para que lo mantuvieran como Comisionado
Residente, hasta hacerse millonario, y luego al utilizar a su señora
para realizar el tumbe notarial con los bancos para los cuales aprobó
legislación especial. Por cuatro
años gobernó para los millonarios amigos que según él iban a rescatar a Puerto
Rico de la recesión económica que empezó en el 2006. Ahora, patética e inmoralmente termina en Washington como
empleado de un bufete de cabilderos que él empleó con fondos públicos como
gobernador. El hombre hablaba de
valores y no tiene la más mínima noción de la ética.
Actuó,
junto a su mafia corporativa, y su ralea PNP de Legislatura y Partido, como un vándalo
de tiempos de la España romana: su
principio gubernativo fue la destrucción.
Destrucción del Colegio de Abogados, destrucción del Tribunal Supremo
--- destrucción por degradación, por prostitución del concepto de juez en la
ganga que nombró para degradar su alta función constitucional --- destrucción
de la Universidad, destrucción del servicio público como dedicación profesional
y moral. Ese es su legado desgraciado
y funesto: multimillonario él y
facilitador del pillaje de los otros.
No hay
más que ver lo que nos ha legado en Energía Eléctrica, en Acueductos y
Alcantarillados, en la Universidad, en la ACAA, en el Aeropuerto Luis Muñoz
Marín, en Salud, en Educación o falta de ella, en seguridad, que es inseguridad en el hogar y en la calle.
Por
todo lo anterior, el pueblo lo vomitó en noviembre 6. Y creyó que había realizado un cambio administrativo y moral
de dramáticas y necesarias correcciones históricas. A las cinco semanas de inaugurarse el nuevo gobierno, y a
los tres meses del cambio político, el pueblo espera, y es como si esperara a
Godot, a quien no ha quedado de venir. ¡Parálisis sin haber comenzado el movimiento!
Hemos
pasado de los vándalos de Luis Fortuño y el PNP a las naturalezas muertas de
Alejandro García Padilla y el PPD.
No hay voluntad, no hay ideas, no hay testosterona para hacer lo que hay
que hacer, para hacer lo que el pueblo creyó que había votado. Porque todavía gobiernan los
vándalos. Si el gobierno no da un
paso al frente, y el Secretario de Justicia dice que no mirará hacia atrás, la
historia nos condenará a convertirnos, como la mujer de Lot, en una estatua de
sal. Y no es para menos, porque el
PPD parece que está “salao”.
En
palabras de Don Luis Muñoz Marín, esta administración es sencillamente
“mofolonga”.
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