Si algún
sicólogo o siquiatra me hace el honor de analizar esta líneas, sabrá de sobra a
que se refiere el título que las preside.
Porque hay capacidades mentales que se enfrentan a los problemas de una
manera integral, esto es, conceptualizan, y organizan los problemas en sus
interacciones causales, mientras otras se concentran y atienden los componentes
de un problema complejo, uno a uno, aisladamente, y no ven las conexiones de
unos problemas con otros, y menos son capaces de ofrecerle soluciones
completas.
En política
y administración democrática, donde hay que justificar las decisiones de una
manera integral, porque todo se relaciona con todo en la vida colectiva, el líder
como educador de las masas, como guía de su pueblo, no puede darse el lujo de
decisiones "ad hoc" y de explicaciones parciales a problemas de profundas
consecuencias en el todo social.
Lo que
se va proyectando en las primeras decisiones del gobernador García Padilla es
la impresión de que no tiene concepto de la interacción e intercausalidad de
los problemas económicos y financieros que nos agobian, y que por tanto no
puede ser pedagogo de la complejidad ante un pueblo sufrido, ávido de razones y
justificaciones para entender y respaldar las decisiones de su líder.
Objetivamente,
la administración de Luis Fortuño, tras cuatro años de corrupción rampante y
descarada, le legó a Alejandro García Padilla un cuadro fiscal, financiero y
administrativo desastroso. Pero a
juzgar por la actitud y las expresiones de García Padilla, aquí no ha pasado
nada y hay que proceder en continuidad con lo heredado, sin molestar ni herir
sensibilidades de los malhechores, en lo que los americanos llaman “business as
usual”.
Lo
anterior conduce a una política de elementos y partes concretas de la crisis total: hoy el Aeropuerto, mañana las pensiones,
sin que el pueblo sepa de qué cuadro mayor o integral son esas piezas
importantes.
Por
ejemplo, habían diferentes maneras alternas para enfrentarse a la entrega por
Luis Fortuño, del Aeropuerto Luis Muñoz Marín a unos intereses foráneos
mejicano-americanos. Una era la
que en efecto se adoptó, entregarse a Fortuño y a los mejicanos. Otra hubiese sido la de presentarle al País
el cuadro completo, integral, de la herencia infame de Luis Fortuño y de los
cuatro gobernadores anteriores, populares y novoprogresistas, usando como texto
el Informe de Transición de Fortuño a García Padilla. ¿Por qué no se hizo?
Porque esa información --- y la conducta de García Padilla como gobernador
popular y no novoprogresista --- hubiese alertado al pueblo sobre la quiebra
total que fue el legado de Fortuño, y hubiese además preparado al pueblo para
asimilar los sacrificios de todos para salir del abismo. Pero sacrificar el Aeropuerto sin una explicación
convincente de la falta de alternativas, y la indeseabilidad de sacrificar otros
renglones de la penuria social con tal de retener el Aeropuerto, representó
sencillamente una incapacidad de ver el todo y refugiarse en el concretismo de
las partes.
A la
vista está: las propuestas del
gobierno que he escuchado esta tarde sobre el Sistema de Retiro parecerían
razonables y necesarias, pero no en sí mismas --- otra vez el concretismo ---
sino a la luz de otras propuestas, tales como el ataque a la descarada y masiva
evasión contributiva de los ricos, los profesionales independientes y las
corporaciones cuyas planillas están sobadas por abogados y contadores hasta que
parecen confesiones de hermanitas de la caridad. Mientras tanto Hacienda persigue implacablemente a los
trabajadores y la clase media baja y media hasta arrancarle el último suspiro.
Esa
evasión de por lo menos tres mil millones de dólares le quita toda fuerza moral
a todo intento de exprimir a los pobres, los pensionados, y los trabajadores.
Esto es
tan así, que pienso que la justificación que pueda tener el gobernador para
salvar el Sistema de Retiro apretando a los retirados, actuales o futuros, cae
de bruces ante el rechazo masivo del pueblo a la entrega, mediante argumentos
falaces y deshonestos, del Aeropuerto Luis Muñoz Marín. El rechazo a esto último le quita
posibilidad de respaldo a la razonabilidad de lo otro. La razón es sencilla: no hay plan sobre el todo. Si lo hubiera, el pueblo estaría
dispuesto a escuchar, y a
sacrificarse por el todo. Pero no
pedazo a pedazo, clientela a clientela, contra los de abajo y los medianos, sin
tocar la oligarquía de arriba, que Alejandro comparte con Fortuño.
¡No fue por eso que votó el pueblo!
En el partido popular hay muchos estadistas a la larga cuyo interés supremo es no pagar contribuciones federales. Cuando la cosa se vuelve estadidad o independencia saltan a la estadidad. El problema es que la oligarquía puertorriqueña que ahora ocupa el puesto que los comerciantes españoles ocupaban en los tiempos de José Julián Acosta y Baldorioty de Castro controla los dos partidos y lo que quiere es posponer los impuestos federales hasta el infinito. El resultado es una evasión contributiva masiva que le ha quitado al gobierno de Puerto Rico la capacidad de hacer las inversiones necesarias en infraestructura y de educación. El resultado es un deterioro en las compañías públicas, los servicios de salud, el sistema educativo etc.
ResponderEliminarEn un Puerto Rico incorporado el 80 por ciento de la población estaría exento de pagar impuestos federales y la mayoría seria elegible para el federal earned income credit. Lo que la unión fiscal con los Estados Unidos supondría, sería una transferencia de ingresos de las clases altas de Puerto Rico hacia las clases bajas. Pues en adición a lo que pagarían las clases altas en contribuciones federales mil millones de dólares regresarían a las clases bajas por concepto del federal earned income credit. Eso explica por qué el partido nuevo progresista jamás hará nada significativo ni por incorporar a Puerto Rico no por lograr la estadidad. Es todo una farsa para ganar elecciones y luego saquear el erario público.
Si en Puerto Rico la evasión contributiva es de 3 mil millones de dólares, se cae el argumento de que Puerto Rico no tiene la capacidad económica para ser estado.
Los intelectuales de Puerto Rico como el Papa tienen las cosas al reves. No hay que esperar a que Puerto Rico se desarrolle para pagar los impuestos federales. Es pagando los impuestos federales que Puerto Rico se desarrolla. Y si vemos el análisis de Eugenio Fernández Méndez, él nos informa que Puerto Rico vivió su siglo de oro en el XIX. ¿Pero no fue el siglo XIX el siglo en que Puerto Rico perdió el situado mexicano y comenzó a generar los ingresos para sostener la administración pública?
La sustitución del crédito al capital que la 936 representa por el crédito al trabajo (el federal earned income credit) es la próxima transformación para lo una economía sustentable. Esa sustitución es la base de una economía que fomenta el trabajo y no la dependencia. Una vez la economía comience a mejorar y suban los ingresos aumentaría el número de personas que tendría que impuestos federales (lo que es justo) pero para ese época también podremos argumentar que no es justo que paguemos impuestos federales y no tengamos representación en el Congreso ni derecho al voto para el presidente. Después de eso no pasará mucho tiempo antes de que Puerto Rico sea estado.
El problema de Puerto Rico es la oligarquía criolla que les da dinero a los congresistas para que paren la estadidad. Tenemos que empujar la independencia.
Dejemos que los colonialistas voten por cualquiera de los dos partidos coloniales. Los estadistas de verdad debemos votar por el PIP y después en el plebiscito votamos por la estadidad. Nada dura para siempre y el Estado Libre Asociado cumplió su función histórica de comenzar el proceso de desarrollo de Puerto Rico. Ese proceso se atoró en 1968 y desde allá para acá lo único que ha habido es declive. El pueblo no puede ser protagonista de su historia cuando no tiene acceso al centro del poder que hace tiempo dejo de ser la personalidad del gobernador.