En
1973, durante el escándalo de Watergate que fulminó la segunda presidencia de
Richard Nixon, se acuñó un principio de investigación que resultó infalible
para esclarecer la corrupción del Presidente y de toda su pandilla de
malhechores. “Follow the Money”, “sígale
la pista al dinero” y no fallará en dar con los truhanes que fulminaron una
presidencia.
En los días
aciagos que vivimos en Puerto Rico, en que un pueblo que se volcó en las urnas
creyendo que había cambiado la inmoralidad y la incompetencia de Luis Fortuño y
su ganga de pilletes, se impone otra vez esa consigna. Porque todos los malabares que hacen Cámara
y Senado para encubrir su gula, demanda del pueblo rasgar los velos de la hipocresía,
el cinismo, la jaibería que sólo pretenden encubrir el afrentamiento por el dinero.
Tenemos
ante nosotros, gobernador, legisladores, prensa y pueblo, una condición terminal de cáncer económico que
carcome la estructura financiera del País, producto de la demagogia y la
irresponsabilidad de los últimos 25 años de gobierno --- desde Rafael Hernández
Colón a Alejandro García Padilla, ya inclusive.
Hay
quiebra financiera, hay depresión económica, hay desgobierno en las agencias básicas
de servicios públicos, hay quiebra en Retiro, y al Banco Gubernamental de
Fomento lo han saqueado. Noventa
por ciento de los municipios están quebrados, y viven de deudas. La Universidad ha sido desmantelada, y
toda su gerencia no sirve ni para administrar un puesto de vegetales.
Ante
todo eso se enfrentó el pueblo el pasado 6 de noviembre, y creyó que lo había
cambiado, o empezado por lo menos.
Pero a tres meses y medio del nuevo gobierno no aparece por ningún sitio
la definición y afirmación de un rumbo nuevo, porque parece que la principal
ocupación del gobernador es no molestar a la funesta claque de Fortuño y
parecerse a él lo más posible.
En la
Legislatura, por el otro lado, tal parece que el País y el pueblo no
existen. El gobernador no se
atreve a ofender sus intereses, que son primeramente de dinero, el dinero de
cada uno. Hay en camino un aguaje
de “reforma legislativa” que más allá de eliminar las dietas y los estipendios
inmorales de transportación, lo único que hace es mantener los sueldos
escandalosos con menos trabajo y con empleos privados adicionales. ¿Fue por eso que el pueblo votó?
Durante
el pasado cuatrienio, Alejandro García Padilla no hizo fiscalización ni
oposición. Se declaró mudo y
ausente. Ahora es gobernador y
sigue mudo y ausente, excepto por frasecitas manidas que nada explican. En lo principal, preside la
continuación de Luis Fortuño. Pregúntense ustedes si no, porqué está respaldando la venta descarada
del Aeropuerto por treinta monedas, y porqué respalda la ley represiva de Tito
Kayak. “Follow the Money”.
Mañana
discutiremos el equivalente judicial de la gollería legislativa: el privilegio increíble que la Rama
Judicial se ha concedido a sí misma en términos de sueldos, retiros y herencias
familiares.
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