domingo, 22 de septiembre de 2013

Miguel Pereira y sus Experiencias con la Verdad


La frase proviene de Mahatma Gandhi.  Se refería en su tiempo a la técnica infalible de desarmar los embusteros y marrulleros con, sencillamente, la verdad.  Un pensador inglés del siglo 18, John Stuart Mill, en su famoso ensayo sobre la libertad, se anticipó conceptualmente a Gandhi cuando dijo:  “la superioridad de la verdad sobre la mentira estriba en que, por ser verdad, rebota, recurre”, contrario a la mentira, que por ser tal se esfuma al primer contacto con la realidad.

En estos días, en nuestra vida publica, estamos viviendo ese contraste:  el senador Miguel Pereira, que tiene una vocación de verdad inalterable, ha propuesto despenalizar el uso y la portación de una onza de marihuana para propósitos medicinales y recreativos.  Ese proceso va a todo galope en los Estados Unidos, y es la condición normal en la mayor parte de Europa.  Pero no en las aguas estancadas de esta laguna tropical 100 x 35.  Aquí se hace carrera política de la ignorancia, la mojigatería y la demagogia.  La gradas gobiernan sobre Fortaleza, el Capitolio y los partidos políticos.  Tal parece que sólo el pueblo piensa y entiende, intentando a gatas salir del oscurantismo en que lo mantienen sus líderes políticos y religiosos.  Y entonces aparece el Gobernador lleno de pánico demagógico, a advertir que él no firmará nada que despenalice el uso de tan exigua dosis del producto.

No podía esperar a que se culminara el proceso legislativo en el Senado, donde un grupo de legisladores serios analiza, discute, reflexiona responsablemente sobre cómo abrirle las entendederas a sus compañeros, al Gobernador y al País.  Tenía que salir a destiempo, lleno de pánico político, para complacer a las gradas en el fondo mismo de la ignorancia y la tiniebla.

El parlamento democrático tiene dos funciones principales, más allá de lo ceremonial vacío:  aprobar legislación y educar al pueblo.  Lo primero exige lo segundo.  ¿Qué prisa tenía el Gobernador de matar a medio camino ese proceso legislativo como educación de la opinión pública?  En este caso la inseguridad política del Gobernador da al traste con la seguridad que deben sentir los senadores de que su voz no será ahogada.  Faltó este fin de semana un líder senatorial que pusiera las cosas en su sitio.

Continúe el senador Pereira con su cruzada de verdad.  El pueblo aprecia y respeta su estilo, al margen de la demagogia.

Piense el lector de que lado estaría el Papa Alejandro si le preguntaran por el castigo carcelario, o la multa desproporcionada a un joven que utiliza una onza o menos de marihuana, por la razón que sea:  su respuesta abochornaría a nuestros comevelas y come biblias del patio.

Varado en alta mar, en un islote solitario, ¿de quién se haría usted acompañar, de Miguel Pereira o de Alejandro García Padilla?

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