Cuando
digo que el Presidente Obama ha logrado ya media victoria en Siria, tras haber
admitido el verdugo de Damasco su posesión de miles de toneladas de armas químicas,
no sugiero que haya obtenido una victoria a medias. Porque si se le da paso a la diplomacia no es para desistir
del castigo que merece, sino para lograr los fines políticos y morales que se
persiguen por otros medios, pacíficos pero obligados, mandatorios.
Si se
tratara en el caso de Obama y Siria de un acto de hegemonía imperial con fines
de dominio económico --- como sostienen las teorías conspiratorias de los
“usual suspects”, antiamericanos --- ya Assad y su pandilla de criminales serían
ceniza en las calles de Damasco.
Pero se trata de una postura moral, de conciencia, como única garantía
disponible contra el genocidio del tirano. La razón práctica al servicio de la razón moral, dicta una
pausa para explorar la seriedad de los garantes de Assad en China y Rusia, de
tal manera que se preserve el derecho moral de ajusticiar al verdugo. Pero si se determina que se trata de
una táctica dilatoria para impedir el día del juicio final para el terrorismo
de estado de Assad, la sanción militar.
En este
asunto a Estados Unidos hay que juzgarlo como república democrática en su vida
nacional interna, y como imperio político en sus relaciones externas, compitiendo
con sus adversarios conocidos de China y Rusia, y sus satélites
correspondientes de Irán, Corea del Norte y otros apéndices en America Latina.
Mirados
desde adentro, los Estados Unidos representan – pasado, presente y futuro ---
el más grande y exitoso proyecto de libertad humana y política de la
historia. El debate que sobre
Siria ha escenificado su Presidente, su Congreso y su pueblo en estos días
demuestra la madurez democrática de ese pueblo. Mirado exteriormente, en competencia o cooperación con otras
sociedades, exhibe y pone en juego los instrumentos y recursos del poder --- político,
económico y militar --- en competencia, alianzas o confrontamiento con sus
competidores. Tomando la historia
como medida de juicio y comparación, ¿cuándo no es Pascua en diciembre?
La media
victoria obtenida ya por Obama ha puesto al verdugo de Damasco a confesar lo
que hasta ayer negaba: que es un
fortín de gases venenosos para
usar contra su pueblo, mientras ha convencido a Rusia de que el acto de
conciencia que está dispuesto a realizar militarmente si es necesario va en
serio y que mejor es que ellos también vengan en serio al desarme de Assad y su
venenoso holocausto químico.
Mientras
tanto, nadie se extraña de que los “ususal suspects” locales condenen otra vez
a los Estados Unidos por… !lo que sea!
Porque se trata de un antiamericanismo ritual.
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