Cuando
en 1962 el presidente John F. Kennedy confrontó con el poder naval y aéreo
norteamericanos la aventura de Nikita Kruschev y Fidel Castro para instalar
misiles atómicos en Cuba a noventa millas de los Estados Unidos, hasta que
Nikita vio malas y no buenas y desistió del proyecto, los antiamericanos
profesionales del patio condenaron el uso del poder norteamericano, como lo
hacen hoy en el enfrentamiento entre Assad, el verdugo de Damasco, y el
Presidente Obama.
Nunca
antes desde entonces había yo percibido el desbordamiento de la hostilidad
emocional contra los Estados Unidos en este confrontamiento entre el genocidio
y el derecho basado en la humanidad de las víctimas del carnicero de
Damasco. Eso ha llegado al extremo
de proclamar a Vladimir Putin como el custodio de los derechos humanos, frente
al malo de Barack Obama, a quien supuestamente sólo le interesa el petróleo del
Mediano Oriente. Putin, que
abastece de misiles a Assad y a quien sólo le interesa desbancar el liderato de
los Estados Unidos. Putin, el matón
profesional de la KGB del stalinismo, que hace desaparecer a los periodistas
que le desenmascaran y a los políticos que lo confrontan, en esa “democracia
zarista” que preside. ¿Habráse
visto?
La
iniciativa y la promesa de Barack Obama de destartalar la infraestructura
material y estratégica del verdugo de Damasco, sea que el Congreso la apruebe o
no, ya va produciendo efectos potencialmente positivos. El verdugo, a propuesta de los rusos,
dice que está dispuesto a entregar las armas químicas --- las mismas que hasta
ahora negó que tuviera --- a las Naciones Unidas, a cambio de evitar la
pulverización de su aparato militar, aéreo y terrestre. Obviamente, una trampa se esconde
detrás de esa expresión de debilidad y terror a sufrir el mismo destino de Moammar Kadafi de Lybia.
Ese
parpadeo de Assad fortalece la mano de Obama y Kerry, su Secretario de
Estado. De cumplirse la promesa de
entregar todo lo que hasta hoy había negado, fortalece la perspectiva de un
orden internacional que marca límites al genocidio de un pueblo a manos de sus
dueños tiránicos.
Assad
pestañeó, porque no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir. Victoria para Obama y los Estados
Unidos, sea que Rusia y Siria cumplan su palabra, que si no la cumplen. Porque entonces la fuerza al servicio
del derecho dirá la última palabra.
Obama sin disparar una sola bala ha logrado que mundialmente se discuta las armas quimicas y el genocidio.Creo que se ha detenido la matanza de vidas que a lo mejor , el dato no lo sabremos, que si Obama no hubiera denunciado a lo mejor hubiera seguido. Mi opinion es que se debe presionar a buscar los responsables y llevarlos a un Tribunal Internacional por crimenes contra la humanidad.
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