viernes, 6 de septiembre de 2013

Una Crisis de Motivaciones


Nadie cuestiona la firme convicción de que la generación puertorriqueña patriótica de 1940 al 1968 actúo en la vida pública, renunciando a sus oportunidades de enriquecimiento en la vida privada, por motivos claramente patrióticos de rescate del pueblo trabajador, agregado, explotado, a manos de lo que Luis Muñoz Marín llamó “el colmillú” de las centrales azucareras, las haciendas del café y del tabaco, y de sus representantes legislativos de la coalición Repúblico-Socialista en la Legislatura de Puerto Rico.  A eso llamamos motivación:  las razones éticas y espirituales por las que se abandonan las comodidades de la vida privada a favor de la lucha política partidista, odiosa y destructiva como suele ser a veces, en aras de la justicia para todo el pueblo.

La generación luminosa de 1940 no fue la única que hizo de la virtud pública --- el combate político por el pueblo --- la base de su felicidad privada.  La generación  de los años ochenta y noventa del siglo 19 representó ese mismo espíritu patriótico y pionero, en aras de la felicidad, el bienestar y la dignidad del País.  En esas luchas --- desde Hostos en los 1860 hasta el 1910, hasta Luis Muñoz Rivera de 1887 hasta 1916 --- fundieron sus vidas y sus modestas haciendas.  A eso llamamos motivación, la razón por la cual sacrificamos la vida y la hacienda --- la felicidad privada --- por la felicidad pública, la libertad y el bienestar del País.

Lo que hoy vivimos, aparte de la crisis económica y el régimen de mediocridad e incompetencia de la vida pública, que explica el alto grado de turbación social que padecemos, es explicable  sólo en términos de una categoría moral:  la motivación torcida de nuestros gobernantes, gobierno y oposición.  Sólo así se explica la torpeza que exhibe nuestra vida pública, ejecutiva y legislativa.  Los hombres y mujeres que van al gobierno, ejecutivo y legislativo, no van pensando en el pueblo.  Van pensando en ellos mismos.  Al nivel de las alcaldías, esa vaciedad moral alcanza niveles de “striptease” moral, de desnudamiento de motivaciones puramente económicas como reclamo de validez para ejercer el poder diz que a nombre del pueblo.

La motivación en la acción --- por qué y para qué aspiramos al poder público, a nombre del pueblo --- el egoísmo o el servicio, dicen la historia, como un MRI moral, de los servidores y los farsantes, los “aprovechaos” insensibles.

Dejo al lector que señale a los practicantes de una cosa u otra.  Por mi cuenta, pienso que los dos partidos principales carecen absolutamente de la motivación ética y democrática para servirle al pueblo.

1 comentario:


  1. Los creadores del Estado Libre Asociado eran antiguos independentistas que transaron con la colonia porque se dieron cuenta de que la independencia iba a bajar los estándares de vida aún más de lo que estaban en la época de la depresión.

    "No se puede," dijeron.

    Cuando Myllard Tydings le ofreció la independencia a Muñoz Marín, el Vate dijo que no y cuando vino la segunda guerra mundial Muñoz Marín se entregó a los Estados Unidos. El mundo se enfrentaba en una guerra a muerte entre la democracia y el fascismo y Muñoz se fue de parte de los Estados Unidos. (Argentina se mantuvo neutral.)

    Pero la idea de un Puerto Rico independiente no desapareció y tampoco el impulso de jugar a la república.

    La otra idea querida de Muñoz Marín era el socialismo. (La justicia social.) De ahí salió el lema del Partido Popular, “pan, tierra y libertad” que fueron copiados de los bolcheviques que durante la primera guerra mundial prometían “pan, tierra y paz”.


    Puerto Rico progresó durante las décadas del 40 al 70 porque el mundo progresó durante esas décadas a medida que salía de la gran depresión y se implementaba el plan Marshall para la reconstrucción de Europa. Durante los cuarenta, los contratos del gobierno federal para uniformes fueron un estímulo a la demanda y el empleo y de ahí se siguió con la industria de la aguja a la industrialización.

    Las ventajas de Puerto Rico eran mano de obra barata y acceso irrestricto al mercado de los Estados Unidos, exención contributiva y un nivel bajo de endeudamiento. Entonces, con un flujo de capital del norte hacia la isla y un flujo de personas de la isla hacia Nueva York era elemental, my Dear Watson, que el ingreso per cápita, Y/N subiera. Si a una fracción uno le sube el numerador y le baja el denominador, es lógico que el resultado suba. Y en el caso de Puerto Rico, subió a los mismos niveles en que están subiendo los países emergentes de hoy. En la vecindad del 7% anual.


    Pero en los años setenta el mundo comenzó a cambiar. Es ahí que quiebra el sistema de Bretton Woods, empieza la inflación, la desregulación y la globalización y la nueva competencia mundial contra Puerto Rico. A la misma vez, Puerto Rico empezó a perder sus ventajas comparativas. Los salarios comenzaron a subir y, como resultado de la exención contributiva, el gobierno de Puerto Rico comenzó a endeudarse. Puerto Rico llegó a la cima de la jalda y ahora es jalda abajo que va.

    Hasta el día de hoy las cosas van malísimas; y si no se revierten, en una generación más la población se habrá reducido por la mitad.


    No hay consenso en Puerto Rico. La ideología del partido popular pesa como una carga que no le permite ver que Puerto Rico no es una isla. Las fuerzas que afectan a Puerto Rico se originan fuera de Puerto Rico en Nueva York y en Washington y Puerto Rico pretende que todo se puede resolver localmente con más exención contributiva.

    Puerto Rico se encuentra en una situación similar a la de Grecia. Para resolver su problema, la isla tiene que integrarse más a los Estados Unidos o tiene que separarse. Si se integra, Puerto Rico ha de pagar los impuestos federales que luego van a regresar en forma del federal earned income tax credit.

    Si se separa, tiene que adoptar una moneda nacional que le permita bajar el precio de los productos puertorriqueños en el mercado internacional.

    Los exponentes de la independencia son muy tímidos. Eso de la república asociada no va a resolver el problema de Puerto Rico.


    Tienen que ser más radicales y exigir, no ya la eliminación del tribunal federal, sino la eliminación del dólar.

    Que los independentistas no hablen de una moneda nacional lo que refleja es lo distantes que están de una verdadera independencia.

    En la clase dirigente de Puerto Rico no hay ni estadistas ni independentistas.


    Lo que hay es unas 100 familias cobardes agarrados a las faldas del gobierno federal que ven, paralizadas, cómo la isla se desmorona sin ellas poder tomar una decisión en una u otra dirección.

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