Sócrates,
el maestro de Platón y de otros tantos jóvenes atenienses que le legaron a
Occidente la sabiduría filosófica anclada en la razón, se enfrentó a sus
acusadores Anito y Meleto, un político pedestre, aunque poderoso, y un retórico
palabrero, de los muchos que abundaban en la Atenas que una vez fue de
Pericles: y en ese enfrentamiento perdió su vida y ganó la admiración y respeto
de la posteridad por su carácter y honestidad moral e intelectual. De sus carceleros y sus verdugos no se
sabe mucho, ni merece saberse.
Para
comparaciones a la altura de su grandeza, de Sócrates tenemos que saltar al
siglo 20, específicamente a los años cuarenta del pasado siglo, para encontrarnos
a Mohandas Gandhi, el líder moral y espiritual --- y por eso político también
--- de la independencia de la India en 1947-1948. Hombre físicamente frágil, estaba hecho de acero en su voluntad
e inteligencia. Derrotó al Imperio
Británico a fuerza de pura resistencia pacífica. Tuvo a su haber una ventaja que no tuvo Sócrates y que no
han tenido otros grandes presos de la modernidad: que el Imperio Británico que lo encarcelaba sentía vergüenza
y sonrojo al tener que hacerlo, por lo cual a fin de cuentas se rindió a sus
pies y organizó la independencia de la India.
Cien
años ante que Gandhi un norteamericano de estirpe parecida retó a su sociedad y
a su gobierno y fue a parar a la cárcel, por su terca voluntad libertaria. “El hombre honesto”, decía, “en tiempos
de crisis pertenece a la prisión o al cementerio”. Triunfó sobre ambos destinos y dejó su doctrina estampada en
la sociedad norteamericana de mediados del siglo 19.
Como no
pretendo ser exhaustivo en mi lista de presos libertadores --- mientras sus
carceleros son la vergüenza de la historia --- salto hasta mediados del siglo
veinte, para señalar el heroísmo moral
libertador --- aunque frecuentemente preso --- de Martin Luther King en
los Estados Unidos y Nelson Mandela en África del Sur. Presos libertadores, frente a
carceleros presos de la cobardía moral, que se amparan en miserables
tecnicismos para ignorar la grandeza.
Oscar López está en esa lista enaltecedora del espíritu humano, mientras
que Obama y Eric Holder se conforman con el rol de carceleros
convencionales. De esos está llena
la historia. Los otros son rarezas
en la historia de la libertad. En
esa breve y noble lista está inscrito Oscar López.
No hay comentarios:
Publicar un comentario