Ayer se
celebró una primaria de maquinaria en el PNP: delegados, empleados municipales, cadres que conforman la
base lumpen de ese partido. Como
si se hubiese tratado del otro, aquí y fuera de aquí. Lo importante es que cinco ciudadanos de esa eclesia--- los
más fieles de los fieles --- dijeron presente y fueron contados.
Sucedió
lo esperado: Tomas Rivera Schatz
es dueño y señor de ese espectáculo, pues lleva más de doce años manejando sus
matrículas locales de liderato.
Ayer le devolvieron sus atenciones con prácticamente la mitad de los
votos. Los demás se repartieron
insignificativamente entre los otros cuatro candidatos. Lo importante ahora es descifrar el
mensaje de esa primaria.
Para mí,
que vengo observando estos procesos por casi tres cuartos de siglo, el
significado de esa competencia interna en el PNP --- pero que resuena en todo
el ámbito político --- es sencilla:
el PNP fracasó ayer en la necesidad de lavarse la cara, después del
corrupto rossellato, y después del peor fraude moral que fue el
fortuñismo. Los personajes que
desfilaron ayer por la papeleta PNP --- con la excepción del doctor González
Cancel --- están más gastados que la paleta con que mis abuelas azotaban la
ropa en las quebradas de Aguas Buenas y Bayamón. Sencillamente no son presentables en sociedad. Rivera Schatz es lo que ha sido: un turba vulgarote que provocó la
intervención federal con la Policía de Puerto Rico, al usarla de tropa de
choque en sus violaciones de derechos a los ciudadanos. Los otros competidores daban pena: un
carolo lleno de vientos caciquistas en el pueblo y la región de Don Antonio R. Barceló;
el proxy de un mozalbete engreído
con sus apellidos, corruptamente empleado por el Rector de Ciencias Médicas ---
a ciencia y paciencia de las autoridades universitarias, con un contrato
corrupto para financiar su campaña política. Todo lo demás en esa primaria fue “parking”.
Ahora
bien: excepto por Pedro Pierluisi,
esas máscaras del PNP no engañan a nadie fuera de la masa irracional que endosa
a Rivera Schatz y al rossellito.
Pero esa masa es la que decide primarias, y en ella la figura de
Pierluisi no pega. Quizás resulta
demasiado serio y decente para liderear esa morralla.
Lo cual
deja al PNP a la merced de un posible vencedor primarista para la gobernación,
Tomas Rivera Schatz. ¿Con qué
probabilidades de éxito en una elección donde todo el pueblo PNP --- los de
arriba, los del medio y los de abajo --- participen? Con ninguna, es mi respuesta. Por eso --- desde lejos --- es mi candidato preferido para
gobernador de la palma en 2016.
A Tomas
Rivera Schatz, si no se mira por dentro a tiempo, le pasaría lo que le pasó a
Luis Negrón López en 1968: líder
de la maquinaria y de la masa irracional, pero nada más. La gente bien --- y mire que hay mucha
gente bien en el PNP --- lo repudiaría con asco.
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