El
dicho del poeta se da en estos días la mano con la estrategia política y diplomática
del Secretario de Estado, cuya iniciativa consiste en aflojarle el cinturón que
oprime la vida económica y política del País, en una circunferencia meramente geográfica
--- cien por 36 --- que él quiere convertir en horizonte, un horizonte que
amplía, reta, invita a la creatividad y al descubrimiento de afinidades,
necesidades y recursos complementarios, en nuestro vecindario caribeño,
centroamericano y latinoamericano en general. A partir de la tesis mítica de que Goliat puede ser vencido
por David otra vez, en el contexto de nuestra necesidad de lebensraum
--- espacio vital --- superando el insularismo y los miedos ancestrales --- “te
coge el holandés” si pisas tan siquiera la playa --- como cordón ortopédico que
nos mantiene encogidos en torno a nuestros montes y a las estrellas.
Bernier
se ha dispuesto --- calladamente, prudentemente--- a descubrir en nuestros
vecindarios, cercanos y lejanos, necesidades económicas y carencias humanas que
pueden convertirse en oportunidades para Puerto Rico, en educación, servicios,
alianzas y juntillas mutuamente convenientes, tan cerca como la República
Dominicana, tan lejos como el Perú.
En esta proyección de Puerto Rico se ha casado la imaginación con la
audacia prudente, inteligente, sin aspavientos. No por otra razón ha sido la diplomacia, como arte y como
estudio, la que le da estilo y efectividad a sus gestiones.
No
faltarán en su camino gallinas cluecas y guineas escandalosas que se vean
amenazadas por la estrategia a la vez sencilla y audaz de David Bernier, ensanchando
la función del Departamento de Estado de Puerto Rico más allá, mucho más allá,
de su humildoso rol tradicional de custodio de documentos y sellos protocolarios. Se trata de convertir la potencia
inédita de Puerto Rico en una vigorosa expansión de actualidades productivas
para todos.
Como
dirían en el Departamento de Estado tradicional: ¡Póngale el sello!
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