Desde
muy temprano en mi vida, bajo la influencia de mi madre, me ocupé de leer
cuanto periódico o libro estaba en mi camino, además de los acontecimientos que
se ventilaban en los primeros pininos de la radio noticiosa. Así me enteré, al otro día, de la
Masacre de Ponce del 22 de marzo de 1937, tanto como de la incipiente vorágine
que se tendía sobre Europa bajo la bota siniestra de Adolfo Hitler --- el
fascismo de derecha --- en su expansionismo de “sangre y hierro”, como llamó
Bismarck su cruzada de unificación alemana medio siglo antes.
La
invasión de una nación independiente, miembro de las Naciones Unidas, bajo el
reclamo de protección de su población de origen y lengua soviéticas, reproduce
el argumento de Hitler en 1939 de tragarse a Austria, Checoslovaquia y Polonia,
para proteger sus poblaciones germánicas.
Una a una fueron tragadas --- en lo que Hitler llamaba la “operación
anchlus”, es decir, integración a la madre patria. Putin está adoptando ese patrón al pie de la letra: una operación mortadella, lasca a
lasca, para recobrar el paraíso perdido de la Unión Soviética de Lenin, Stalin
y Kruschev.
La reacción
europea ante Hitler fue ingenua, tardía, blandengue, en el plano político y
moral, además del militar, ejemplificada por Neville Chamberlain, quien decidió
creerle a Hitler antes que dar pasos firmes para detenerlo. Mucho de aquella actitud impera hoy en
los principales poderes europeos.
Alemania y Gran Bretaña prefieren seguir haciendo negocios con Putin en
vez de concertarse con los Estados Unidos para detenerlo.
En
1938, la Francia de Leon Blum y Eduardo Daladier decidieron no enterarse del
plan de Hitler de tragarse a toda Europa --- uno a uno --- hasta que sufrieron
--- en la humillación y la vergüenza --- la invasión de Francia en 1941. Como decía Jorge Santayana, “el que no
conoce la historia está abocado a repetirla”.
Tiene razón
Hillary Clinton al invocar el precedente de Hitler para entender a Putin,
aunque los issues específicos no sean idénticos. Se trata de la lógica de la historia y de la acción política.
Hay
astucia --- en la actitud del Primer Ministro Cameron, de Inglaterra, y de Ángela
Merkel, su equivalente alemán.
“Nos interesan más los negocios con Putin que la invasión criminal e
ilegal del pobre pueblo ucraniano”.
¡A los Estados Unidos que breguen!
Eso
hicieron en Europa de 1933 a 1939,
y cayeron bajo la bota nazi --- Francia --- y a punto estuvo Inglaterra. ¡Hasta que los Estados Unidos los
rescataron de sus propios errores!
Los
contenidos y hechos de la historia, decía Don José Ortega y Gasset, son de por
fuerza siempre diferentes. Pero su
forma, su estructura, sus problemas, son siempre los mismos. Mire el lector al mundo hoy a ver si
Ortega y Gasset tenía o no razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario