Muchas
veces escucho en la calle y por los lugares en que se desenvuelve mi
cotidianidad la pregunta angustiosa de populares y simpatizantes de ese
partido: ¿Qué le pasa al PPD como partido, como
gobierno, y a su liderato de cabecera?
Bien podría
darse a esa pregunta una respuesta personalista o de caracterización como grupo
cohesivo de acción. Pero esa
respuesta padecería de sicologismo o de juicios puramente subjetivos. Prefiero una respuesta que se base en
la realidad objetiva de sus conductas y actitudes. Y ello sólo puede lograrse por contrastes. Piénsese por un momento en esa
“gestalt” o configuración sicológica que caracteriza al PNP: audacia, osadía, energía política,
disposición a la guerra interna aún dentro de sus propios cuadros. Se despellejan y después se unen como
si no hubiese pasado nada. Juntan
la ignorancia invencible con el fanatismo cuasi-religioso, y después de
describirse unos a otros con la saña que sólo la ambición sostiene, aparecen
solidarios como partícipes de la psique del “hermano lobo”.
Por el
otro lado, el PPD, que ha escalado el poder y lo ha ejercido por 49 años y
medio, a partir de 1940, que tiene el historial más positivo y creador, de instituciones
y programas y derechos para todo el pueblo de Puerto Rico; el único que le ha añadido
poderes --- nuestro pueblo a partir de la colonia cruda que heredó en 1940, que
creó el servicio público como profesión ética, desde el Estado y para la ciudadanía,
entre muchos otros logros y aportaciones, económicas, sociales y
constitucionales que sería imposible enumerar en este espacio, anda hoy a gatas, tímido, acomplejado, timorato,
o como decía Doña Inés, “con miedo”.
¿Miedo a qué? A su
propia sombra: miedo a perder las próximas
elecciones, que seguramente perderá si no se levanta y hace lo que hay que
hacer --- que de paso es lo único que lo rehabilitaría ante la mente pública.
De 1941
a 1953 el PPD dirigió gobiernos transformadores; de 1954 hasta 1968 dirigió
gobiernos reformadores; hoy dirige un gobierno pusilánime:
cobarde, precavido hasta la parálisis, contando los votos prospectivos como el
avaro cuenta las monedas de su tesoro a todas las horas del día. Le tiene miedo a su sombra, digo, mientras
la demagogia y la mentira de la oposición ignorante y corrupta, pero audaz y en
movimiento perpetuo, se ceba en la parálisis del gobierno timorato, obrando de
chispita en chispita. Esta es la
tercera etapa, la terminal, del PPD timorato, que ni hace ni explica, por miedo
a enojar a alguien, mientras los parásitos políticos y económicos que lo han
intimidado pretenden que el pueblo pobre y de clase media le financie su hegemonía. Y lo están logrando, enterrando en la anonimia
--- falta de valores --- al viejo PPD de 1941 al 1968.
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