Vladimir
Putin es un veterano verdugo de la KGB --- el aparato de inteligencia y represión
del viejo régimen represivo del estalinismo. Utilizó su record y experiencia para reflotar como político
supuestamente “democrático”.
Dirige un régimen desde Moscú de implacable persecución de sus
adversarios, sean estos periodistas, candidatos opositores o críticos de
cualquier tipo bajo su zarismo virulento, aún en el siglo 21.
Desmontado
el imperio comunista por Mikhail Gorbachev al despuntar los años 90 del pasado
siglo, Putin llenó el vacío de poder que la liquidación del imperio soviético
produjo, y se ha hecho dueño de Rusia, que pone y saca a funcionarios oficiales
de su nueva virtual dictadura a su gusto y ganas.
Con
todo y eso, durante la última década ha tratado de lavarse la cara y hacerse
presentable a Europa y los Estados Unidos, y estos de buena fe creyeron en su
conversión y le ofrecieron a Rusia un sitio en la mesa de los organismos políticos
y económicos, como miembro bona fides. Hasta que llegó el caso del genocidio
en Siria, que Putin alimenta con sus armamentos al régimen macabro de Bashir
Assad. Engañó a Occidente y al Presidente
Obama --- que se dejó engañar --- prometiendo actuar a favor de sacar y
destruir las armas químicas con que Assad asesinaba a cientos de miles de sus súbditos. Luego, a arrastrar los pies e
incumplir. Y Obama, al ridículo,
después de tener al verdugo de Damasco en la mira.
No hay
duda de que esa maniobra debilitó a Obama, y ahora se enfrenta al ardid de
Putin en Crimea y en toda Ucrania.
Apenas
a unos días de su cínica movida, Putin es ahora el objeto de la ira de Europa y
de los Estados Unidos. Su fachada
de hombre confiable destruida, se ha retratado como un farsante con quien no se
puede acordar, confiablemente, nada serio para las sociedades ya democráticas
del antiguo imperio ruso, y menos para la Unión Europea y el Club Económico de
los 7, porque el octavo, Putin y Rusia, se han descartado a sí mismos como
entes serios en las negociaciones económicas y políticas.
El
verdugo de la KGB se ha pasado de listo:
el tiro le ha salido por la culata, y ha perdido el valor del único
tesoro del político y el diplomático: su palabra. Por ello ha perdido lo más por lo menos. Puede planchar con sus tanques a
Crimea, pero no podrá salir hacia Europa como persona seria. No es presentable en sociedad porque ha
salido desnudo para la sala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario