En uno
de los libros olvidados de Don José Ortega y Gasset, del primer tercio del
siglo pasado, el pensador español establecía las condiciones para la
funcionalidad de cualquier sociedad civilizada. Ello consistía en el reconocimiento de las dos vertientes de
la vida social y política que permitirían las diferencias y los consensos. El libro que establecía con claridad mediterránea
esa distinción Ortega lo tituló
Libertad y Concordia.
Su tesis
básica era por demás sencilla, aunque no simple. Consistía en distinguir las áreas de polémicas, diferencias,
confrontaciones, de ideas e intereses, de las áreas que en sus valores
fundamentales constituían el sustrato fundamental de concordia que en su
gravedad valorativa se imponía sobre los conflictos superficiales de la
discordia. Esto es, el consenso
por encima de las diferencias.
Reflexionando
en el día de hoy sobre la partida de Benny Frankie Cerezo, han vuelto a mi
memoria aquellas reflexiones orteguianas.
Porque la democracia supone confrontación de adversarios, pero aborrece
como destructivas las enemistades torpes que obstaculizan los consensos, sin
los cuales la democracia se convierte en algarabía o en guerra civil, de odios
pueriles y destructivos.
He
repensado en el día de hoy la encarnación de esas ideas y actitudes en la relación
que me unió a Benny Frankie --- en televisión, prensa, radio y ruedo político
--- por espacio de 46 años, como compañeros en la búsqueda, por rutas alternas
o coincidencias situacionales, del Bien Común del pueblo puertorriqueño.
Dos
cosas tengo que destacar a la hora de despedir al amigo de siempre, al
adversario ocasional, y al patriota de motivaciones limpias y altas --- al
costo de acomodos pasajeros --- que como yo, entramos y salimos de los
partidos, pero nunca “pertenecimos”, esto es, nunca fuimos propiedad de nadie
que nos inhibiera el pensamiento libre, tan incómodo para los políticos de
oficio.
Tanto
Benny como yo supimos servirle bien a los partidos mientras creíamos en ellos,
y enjuiciarlos cuando se convirtieron en maquinarias implacables para el
continuismo y la corrupción, amparando mediocridades que avergüenzan el buen
sentido del pueblo.
Los políticos
y los que aspiran a ser portavoces del pueblo, se pierden o se salvan cuando se
hacen concretas sus motivaciones. ¿A qué van a la vida pública? En el caso de Benny eso siempre estuvo
claro: fue a servir, como él lo entendió. Lo demás es servirse, es corrupción, de
la persona y del Estado.
Como en
el caso de su distinguida esposa, hoy viuda, Carmen Consuelo Vargas, mi
entrañable amiga y antigua discípula, la respuesta a esa pregunta es clara: fueron los dos, a la vida pública a
servir, y servir bien.
Excelente como siempre. Honor a quien honor merece.
ResponderEliminarMuy elocuente como siempre y diciendo la verdad sin miedo a perder posiciones politicas si no favorecen al estado. Eres grande, como lo fue nuestro amigo Benny Frankie Cerezo que quedara como parte del orgullo de nuestra historia.
ResponderEliminarFrancisco Renta Quiñones (hijo de Ponce viviendo en Miami)
Francisco.Renta@gmail.com
Muchas gracias por tus palabras de estímulo. Satisface saber que allende nuestros mares buenos puertorriqueños leen y entienden.
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