Las próximas
elecciones en Venezuela apuntan a una profunda división del País, entre la
demagogia proto-fascista de Nicolás Maduro, quien claramente está verde, y las
clases medias y oligárquicas que destruyeron la democracia de Rómulo Gallegos y
Rómulo Betancourt. Carlos Andrés Pérez
fue el agente de aquella putrefacción.
No puede decirse que Enrique Capriles representa tal herencia malévola,
pero los venezolanos sabrán lo que hacen, porque conocen a ambos candidatos. Fíjese el lector, si no, en los
puntales de la campaña de Maduro.
La deificación de Chávez, la acusación a Estados Unidos de infectarlo
con el cáncer que lo mató, la otra acusación al candidato opositor de que junto
a los Estados Unidos, Capriles conspiraba para asesinar a Maduro, y finalmente
que esas fuerzas americanas del Norte, como demiurgos todopoderosos, matarían a
Capriles, su opositor. ¿Un peje
como ese para presidir Venezuela?
¿A nombre de Bolívar, como lo hacen en Cuba los Castro a nombre de Martí? Maduro esta verde. Es un demagogo sin acepillar, pero allá
los venezolanos.
Lo de
Korea, si no fuera tan peligroso, seria gracioso: un loquito casi adolescente jugando a la guerra, con un
pueblo hambreado, explotado para engordar a un ejército tipo nazi, sin trabajo
que hacer --- todo una farsa.
Cuba,
por el otro lado, ha dado ayer muestras de inteligencia política: devolverá a Estados Unidos dos niños
secuestrados a punta de pistola, por unos padres delincuentes y forajidos. Ese régimen está maduro para una nueva relación
productiva con los Estados Unidos, mientras Venezuela se hunde en la demagogia
inmadura, y Korea camina a toda prisa al reino de la tinieblas. Si no es que desde allá, es que está
pataleando.
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