La
Universidad de Puerto Rico la de 5,000 estudiantes en 1942, y 65,000
estudiantes en el 2013, constituye el proyecto nacional más exitoso de la
historia de Puerto Rico, producto y efecto de las administraciones del Partido
Popular Democrático y del Estado Libre Asociado que facilitaron los ingentes
desarrollos del País de 1941 a 1992.
Yo fui
por 45 años partícipe de ese proyecto revolucionario, lidereado desde el
gobierno por Don Luis Muñoz Marín y desde la Universidad por Don Jaime Benítez. Como estudiante, como profesor, como
administrador de departamentos y bachilleratos, me beneficié primero de ese
proceso histórico de creación universitaria, y contribuí después para que otros
--- los más talentosos --- se adentraran en las experiencias de la educación
general, liberal, y de educación avanzada, especializada, en aras de la
formación cívica y profesional de varias generaciones de puertorriqueños.
El
Gobernador Muñoz Marín y su sucesor Don Roberto Sánchez honraron la primera
prioridad presupuestaria que hizo de la antigua Escuela Normal de 1903 una de las
mejores universidades de América, Norte y Sur.
La razón
de ese desarrollo y de esa excelencia universitaria es sencilla: había un proyecto, y había un programa,
y habían arquetipos académicos para realizarlos. Después --- de 1977 en adelante --- llegaron los sarracenos,
los Almodóvar, los Manuel Saldaña, los Fernando Agrait, hasta las bajuras
insondables de Miguel Muñoz y compañía, como Ana Guadalupe et al --- la anti-universidad,
confío yo hasta la tarde de hoy, en que la opinión pública los ha lanzado Torre
abajo.
Esta
tarde el País se ha enterado de que la jauría cínica de la Junta de Síndicos de
la Universidad ha implosionado, la postema explotó, con la renuncia del
Presidente de esa Junta y el desvergonzado Presidente que ha avergonzado al País
con sus ejecutorias.
Ahora
bien, que haya finalmente explotado la postema universitaria representa sólo el
comienzo de lo que hay que hacer en la Universidad. Ha sido correcta y oportuna la presión del Gobernador y la
Legislatura para rescatar la decencia en la Universidad. Mucho esperaron, por pruritos de respeto
a la autonomía universitaria --- que es una autonomía académica, de lo que
ocurre en el salón de clases o en los laboratorios de investigación --- lo que
ha permitido fechorías grotescas de tarugos políticos sin cultura, sin pudor,
que avergüenzan al País cuando no se avergüenzan ellos mismos.
El País
estará muy pendiente de los procesos que conducirán a una rehabilitación de la
Universidad de Puerto Rico y de todo lo que ella representa, en ánimo de
confirmar que objetivamente habrá una diferencia en la administración de la
Universidad.
Totalmente de acuerdo con todos los puntos señalados. La Universidad de Puerto Rico es una institución de alto calibre que ha sido clave en el desarrollo del pueblo de Puerto Rico que amerita ser rescatada. No puede permitirse que los mercaderes sigan tirando por la borda todo lo alcanzado. Creen que es un botín del que no se pueden desprender por sus intereses personales. Ahora, a trabajar para que esto no vuelva a ocurrir.
ResponderEliminar