Después
de varias reuniones, bajo presión de la opinión pública, la Comisión de Ética
de la Cámara de Representantes concluyó que el Portavoz Popular, Charlie Hernández
está libre de polvo y paja. Un
honesto y recto varón de Dios ha sido injustamente señalado como oportunista
que usa su posición legislativa para lucrarse económicamente.
En ese
veredicto venció la locura, cometida cínicamente “delante de la gente”, como decíamos
de niños en el campo.
Obtener
un contrato con una institución semi-pública como la Asociación de Legisladores
Municipales, y bajar para aprobación al hemiciclo y votar por una medida que le
asigna fondos públicos , siendo a la vez el Presidente de esa organización un
asesor del Presidente del Cuerpo es un violación tan descarada de la ética que
sólo a los políticos se le escapa el conflicto. Triunfó el “group thinking” de que habló Mary McCarthy. La “logia de los compañeros” sobrepuja
todo rubor moral.
La decisión
toallesca de esa espuria Comisión de Ética --- sin ética --- pone de manifiesto
otra vez el empeño del PPD de asimilarse a la peor expresión y definición del
PNP: la corrupción por avaricia. Me recuerdan, como parodia, una vieja poesía
de Francisco Manrique Cabrera: ¡Esos
muchachos puros y honestos, cogidos de las manos jugando ambos a dos!
El
conflicto de intereses, y por eso el conflicto ético de Charlie Hernández, no
merece discusión adicional. La
evidencia es racional, intuitiva, “mera palpatio”, es decir, no hay más que
mirarla.
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