¿Cómo
usted transforma --- o reeduca, que es lo mismo --- una Policía malamañosa,
violenta, prácticamente analfabeta, cuyo lenguaje es la fuerza bruta, en un
Cuerpo Policíaco pacífico, civil, educado en los derechos civiles y personales
que viene llamado a proteger?
Yo sé
como se hace. Mi saber de
experiencia y de estudio fue expresado con sencillez diáfana por un eminente
educador norteamericano de la segunda mitad del pasado siglo, Ralph Tyler,
cuando nos dijo, en un taller universitario que dirigió mi antiguo profesor y
mentor, Ángel Quintero Alfaro: “La
educación no es algo que alguien le dice a alguien”. Porque es, por
el contrario, diálogo racional y reflexivo: experiencia de duda y de
aprendizaje.
La Policía
de Puerto Rico, como culminación de sus hábitos de violencia y corrupción está
en sindicatura federal. Olvídese
de las medias verdades --- y del resto, las media mentiras --- el Cuerpo Policíaco
ha sido federalizado. El síndico es Héctor Pesquera: el ausente, que por ser federal, anda
como Dios, en todas partes y en ninguna.
¿Cómo
se transforma la Policía? Reeducándola. ¿Y qué es eso y con qué se come? No es mediante órdenes secas y
autoritarias, que es lo único que parecen saber los policías de todos los rangos
y estaciones. Es como naciendo de
nuevo a su función y a su misión de paz, de ley y de orden, lo cual no es
equivalente a dictar órdenes ásperas y obedecer las que le dictan desde
arriba. El autoritarismo militar
de la Policía tiene que cesar. Su estilo de comunicación tiene que ser civil y
deliberativo.
Puesto
que todo conocimiento parte de la ignorancia, la actitud de la policía tiene
que partir de una necesidad sentida de capacitación para el diálogo, para la
explicación, para la pregunta, camino de una conciencia informada de lo
relevante a su función de protección de la ciudadanía que le paga.
Uno de
los grandes obstáculos en el camino de esa reeducación es la gestión insidiosa
de los cinco o seis pseudo sindicatos que viven de ellos y que no le aportan
nada a su función, ya que sindicato y policía representan intereses opuestos,
escollos en el camino del policía que quiere sencillamente cumplir con su
deber, y prepararse y reeducarse para ello. Los minisindicatos de la Policía son rémoras en el desempeño
de su función y tajos cotidianos a sus bolsillos vacíos.
¡Yo
quiero ver esa reeducación de la Policía --- el proceso y el producto ---
comparada con lo que hoy existe!
Sobre
la reeducación de los educadores hablaremos mañana.
A reeducarnos todos para mejorar nuestra calidad de vida y volvamos a ser un pueblo noble y sencillo, atento a las necesidades de todos. Sensibles, solidarios, serviciales, honestos,bondadosos y otras cosas más.
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