Ninguna
época anterior a la que vivimos ha contado con tantas vías de comunicación
instantánea como la nuestra, apenas entrando al siglo 21. La explosión y la globalización
tecnológica no ha sido tan dramática en ningún sector como en el de las
comunicaciones. Ahora esa
comunicación es instantánea y universal.
De la comunicación cara a cara y a pie hemos saltado a la comunicación
intercontinental electrónica. El
asunto que esa transformación plantea es de contenido, de forma, de estructura
y de utilidad. Porque --- como
decía Miguel de Unamuno --- una cosa es que un tren se desplace a 100 millas
por hora y otra es que vaya lleno de canallas. Así que los contenidos cuentan.
Me
parece que el saldo de esa proliferación tecnológica en las comunicaciones
apunta a una abundancia de medios y una terrible pobreza de mensajes
significativos. Porque la
estructura de los nuevos medios y redes no asegura comunicación racional,
conceptual, afirmable o refutable por la inteligencia. Si a eso se suma la mudez de los
líderes políticos que diz que representan al pueblo, este se siente huérfano de
explicaciones, que le den sentido a la amargura de su vida real, en su salud,
en su desempleo, en su inseguridad física. Es como si no tuviera gobernantes, dirigentes, educadores
políticos y sociales, para no hablar de educadores académicos.
Padecemos
de un gobierno mudo. No digo
autista porque no quiero ofender a las víctimas de esa terrible
enfermedad. Pero es patente que el
gobierno no explica, no educa. Se
limita al chijí-chijá de un optimismo bobalicón, que sólo comunica fantasías,
autogratificaciones adolescentes.
Si
tomamos la relación comunicativa en la otra dirección, en la urgencia que tiene
el pueblo de información y servicios, marque usted su teléfono o su celular en
el número o cuadro oficial de las oficinas de gobierno a ver si alguien le
contesta para informarle u orientarle.
Silencio: ring… ring…
ring… Nadie contesta. Sufrimos, pues, un gobierno mudo, y del
lado del pueblo, una radical incomunicación, más allá del alboroto televisivo y
radial. Los gobernantes mudos y las agencias de servicios sordas.
Es
obvio que no votamos por eso el pasado 6 de noviembre. ¡Pero en la democracia siempre hay unas
próximas elecciones!
El gobierno mudo pero el pueblo se expresa también a través del silencio. Cuando nos convoquen al circo, nos quedaremos mirando de lejos. En la democracia siempre hay unas próximas elecciones. Una opción siempre hay: la abstención para aparecer en las listas de NO Votó. Entonces las escudriñan para ver quiénes de los suyos no votaron para reactivarlos.
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