La
corrupción ha alcanzado en nuestra vida pública tal grado de legitimidad a
manos de los que la practican, tras la pantalla transparente del cinismo, la
simulación y el fingimiento, que sus practicantes la racionalizan hasta los
linderos de la sublimación.
Esta
semana nuestra vida pública, y una que otra institución privada, ha exhibido
como la cosa más natural del mundo tres instancias paralelas de obvio y crudo
conflicto de intereses, defendidos con uñas y dientes por sus protagonistas.
Primero: El Gobernador nombra y el Senado
confirma al Secretario de Salud, doctor Francisco Joglar, a sabiendas de que ha
sido principal gestor financiero de la compañía Triple S como factotum de
control de costos para la aseguradora, contra los intereses de los proveedores
de servicios médicos --- diagnósticos, pruebas de tecnología médica y medicamentos --- en defensa de las
ganancias de la aseguradora que ahora disfruta de un monopolio, contra los
reclamos de los médicos, hospitales, laboratorios y pacientes. Lo importante aquí no es la salud del
paciente, de quien sólo el médico puede dar fe, sino el lucro de la
aseguradora.
El
abrazo a Triple S en salud física y a APS en salud mental es tan corrupto, que
el Secretario de Salud como su representante, de las aseguradoras, que no del
pueblo, ante la denuncia de su conflicto de intereses, ha prometido no opinar
ni decidir sobre nada relacionado con esas dos aseguradoras monopolísticas. ¿Por qué? Porque si opina viola la ley de ética. Es decir el Presidente de la Junta
Reguladora --- ASES --- no puede expresarse porque corrompería su propio
proceso administrativo y su función como Secretario.
Segundo: Paralelamente, la Universidad
Interamericana nombra a Manuel Gómez --- ese prodigioso Einstein tropical ---
para dirigir su sistema de propuestas de investigación científica, sin
participación alguna de los cuerpos claustrales de la Universidad. Así, una persona expulsada de una
posición similar en la Universidad de Puerto Rico, protegido de Antonio García
Padilla y Miguel Muñoz, por actuaciones corruptas a costa de la Fundación Nacional
de las Ciencias, que retiró por eso su endoso y sus fondos a la Universidad de
Puerto Rico, es recogido por la Universidad Interamericana para desempeñar
parejas funciones. Para intentar
diluir el impacto de la ceguera moral que llevó a ese nombramiento, el
Presidente de esa Universidad promete que el señor Gómez no meterá la mano en
nada administrativo. ¿Por
qué? Porque si la mete seguramente
corrompe el proceso. A confesión
de parte, relevo de prueba. ¿Quién
le dijo al Presidente Fernós --- como antes al Gobernador García Padilla ---
que usted puede tener un Director que no dirija y un Presidente de ASES que no
participe en el ejercicio de su cargo?
¿Hasta dónde puede llegar el cinismo y la simulación?
Tercero: Existe una tercera dimensión de esta
enfermedad moral, otro paralelismo.
El portavoz del PPD en la Cámara --- buscando más dinero fuera de su
sueldo legislativo, contrata con la Asociación de Legisladores Municipales y vota
por una legislación que le favorece.
Es lo que he llamado el cabildero endógeno, desde dentro de la
Legislatura. Entonces jura y
perjura que no ha recibido dinero todavía. Pero lo va a recibir, y ya empezó a rendirle servicios, en
clara violación del más elemental principio de ética.
Para
evadir las consecuencias políticas y éticas de sus actuaciones paralelas, tanto
el Secretario de Salud, doctor Joglar, como el Presidente de la Universidad
Interamericana, Manuel Fernós, han incurrido en paralogismos defensivos: contradicciones éticas que pretenden negar precisamente lo
que afirman. Uno, porque no puede
ejercer la función de Secretario.
Otro, porque pretende que un Director de propuestas de investigación no
toque ni de lejos --- para no infectarlas --- las decisiones administrativas
inherentemente exigidas por una función de dirección. Y el tercero: un portavoz que tiene a su cargo el código de ética
legislativa de la Cámara y lo primero que
promueve es una legislación que favorece a su contratista externo, y
jura que no ve el conflicto. El y
yo padecemos de catarata, pero la mía es física y operable. La de él es ética, y como dice el
pueblo, “sucio difícil”.
Lamentablemente no podemos confiar en casi nadie. Lo material es lo que mueve a la mayoría de los humanos. Creen que engañan a los demás, que nos cogen de tontos. Joglar con tanta inseguridad en si incurre o no en conflicto de intereses, consultando a cada rato a Rosario, la de Etica Gubernamental quien tiene dos varas para evaluar dependiendo del color del cristal con el que mire para emitir juicios, Fernós queriendo hacernos creer que contrató al investigador Gómez, responsiable de la debacle con los fondos de la NSF, y que el día de trabajo de él era de más horas pues hacía investigaciones hasta durmiendo; Charlie Hernández, cayó en desgracia y perdió el respeto y la credibilidad con la que contaba por su amor por más dinero. Y ahora, Quién podrá defendernos? Ni siquiera el Chapulín Colorado pues está Viejo y enfermo.
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