Los
acontecimientos en Egipto estremecen la esperanza de que ese país, tan
importante en el desenvolvimiento económico y político del Mediano Oriente,
pudiera dar el salto a la modernidad democrática como aliado de las democracias
europeas y la política de democratización de los Estados Unidos en aquella
parte del mundo.
Dos
alusiones literarias clásicas me vienen a la mente frente al aparente proceso
de regresión autoritaria y militarista anunciada durante el día de hoy. La primera es la del filósofo inglés de
mediados del siglo 19, John Stuart Mill, mediante su libro, un clásico de la teoría
política, El Gobierno Representativo.
Hay que tener calma, decía, con los países de Asia y África, incluyendo
el Oriente Medio, que simpatizan y aspiran a la democracia representativa, pero
su historia y cultura no le permiten dar el salto del despotismo, o el autoritarismo
hereditario, a la ideología libertaria, a partir de la persona humana
individual. Ensayarán el cambio,
pero muchas veces fallarán en darle continuidad, y la peripecia es larga.
La otra
alusión, epigramática, es la del poeta inglés John Keats: “West is West, and
East is East, and they shall never meet”.
A
partir de los faraones, como en Rusia a partir de los zares, el pasado pesa
demasiado. Porque esperar en
Egipto que un gobierno dirigido por la Hermandad Musulmana se abriera a la
democracia, las libertades personales y civiles, y la convivencia de grupos
disidentes con la autoridad del momento, es pedirle peras al olmo. Es como pedirle a la Iglesia Católica
que establezca una comunidad democrática en su feligresía, o a los
fundamentalistas religiosos que adopten el método científico.
Así que
habrán muchos retrocesos en Egipto y en todos esos herederos de persas y
babilonios, antes de estabilizar el hábito democrático con convicción
confiable.
El ejército
egipcio lo que ha hecho es evitar el baño de sangre, hasta que un día la fórmula
democrática alcance un status de consenso valorativo. Mientras tanto, manga ancha para juzgar sus retrocesos.
¿Nunca cambiarán? Pues, ¿para qué escogen gobernantes, si tan pronto no están de acuerdo con algo, los sacan con el ejército? Nunca van a desarrolar una cultura democrática. A tener paciencia y tolerancia con ellos pero que ellos también la tengan con los demás,
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