La
oficina del General Accounting Office --- o Contraloría General del Congreso
--- es un cuerpo profesional de credenciales inexpugnables desde el punto de
vista de los partidos y los políticos interesados en sus informes. Tienen allá lo que no tenemos en Puerto
Rico, donde el partidismo todo lo daña.
Acaba
esa Oficina de certificar un informe que responde a una consulta del Comité de Energía
de la Cámara de Representantes federal sobre el impacto probable de una concesión
de la estadidad a Puerto Rico, tanto para el Tesoro federal como para el gobierno y la sociedad
puertorriqueña.
El
resultado de la consulta arroja el veredicto de que el gobierno federal, en
balance, enviaría a Puerto Rico una cantidad adicional de fondos que puede variar
entre cinco y seis mil millones al año, a base de los actuales patrones de
asignaciones federales. Ese número
fascina a los estadistas, porque ese es su mantra desde que Carlos Romero
publicó el panfleto que le escribió Dimas Planas por allá por los medianos años
70 del pasado siglo, alegando que “la estadidad es para los pobres”. Me imagino que ahora, reaccionando
superficialmente a los números del GAO, los ojos se le quieran salir de sus órbitas.
Un análisis
a fondo de las dos direcciones del dinero --- hacia acá, menos el hacia allá
--- debe convertir esa contentura en tristeza patriótica, porque lo que Puerto
Rico ganaría en ayuda directa, dirigida al consumo inmediato --- cupones,
salud, medicaid, etc. --- lo perdería con creces en el ámbito de la producción:
industrial, comercial y servicios a toda la comunidad puertorriqueña, ya que dejaría
a nuestro gobierno en la ruina.
Si tal cosa se diera por la golosina de
fondos federales para todo tipo de mantengo, las contribuciones e impuestos con
que se financia el gobierno de Puerto Rico irían a parar en gran parte al
gobierno federal. Los incentivos
contributivos --- federales y estatales --- desaparecerían, y la base de la
ventaja comparativa que hoy --- todavía, a pesar del crimen contra la 936 que
perpetraron Romero, Rosselló y Fortuño --- tiene Puerto Rico, frente a otras áreas
de posible inversión, volaría en pedazos con el anuncio de la posibilidad misma
de la estadidad.
En ese
caso se cumpliría la amarga profecía de Luis Muñoz Marín --- nos convertiríamos
en un reguerete, una fila interminable de mendigos.