Mientras
el Secretario de Hacienda, Jesús Méndez, y el Presidente del Banco
Gubernamental de Fomento tenían control absoluto de la información que les daba
la gana de ofrecer al público, la administración de Fortuño era una jauja,
revestida de relucientes embustes al son --- en Hacienda nada más --- de 60
millones de publicidad “a la carta”.
Pero ahora, cuando tienen por ley que informar la verdad --- al desnudo---
es claro que han estado mintiendo como berracos. Han endeudado al País, en una economía en recesión, hasta
las narices, y el hueco presupuestario lo llenan --- a lo Fortuño --- con
embustes.
Igual
situación se da en la alcaldía de San Juan, donde la arrogancia patológica de
Jorge Santini ha tenido que dar cauce a la verdad --- que pensó nunca se
sabría, porque él era eterno en San Juan --- a los números fríos. Aquí una sola agencia de publicidad ---
de una tal Tere Suárez --- se chupó los recursos que pertenecían en servicios a
todos los sanjuaneros. Pero a cada
cerdo le llega su sábado. Carmen
Yulín lo que ha hecho es aplicar el modelo de los taínos en el río de Añasco, y
probar que Santini, como el desventurado Diego Salcedo, era mortal.
El
lloriqueo menos que varonil del gran carolo de la alcaldía eterna, me recuerda
la novelita rosada de los años cuarenta --- de las primeras por radio --- “El
Collar de Lágrimas” --- donde machotes en crisis se desmelenaban impúdicamente
para demostrar lo que en verdad son:
débiles.
Volviendo
a Fortuño y sus mentiras, el lector sólo tiene que recordar, por recientes, las
tres primeras planas de “El Nuevo Día” del 17, 19 y 20 de noviembre, que
resumen la “tramparencia” --- de
trampa --- de Luis Fortuño: “Sale
a Flote la Verdad”; “Casi Muertos
los Alivios Contributivos; y “Gran Hoyo en las Finanzas Públicas”. La verdad, porque es verdad, rebota al
fin, y la mentira también. Si no, pregúntele
a Fortuño y a Santini.
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