Un
partido político lo es, cuando menos, si puede postular candidatos a elección
en todos los distritos senatoriales y representativos del pueblo en el
País. De lo contrario no es parte,
sino simulacro de representación política, que prefiere el protagonismo vacío al patriotismo de
hacer una diferencia en el grave estado de cosas que sufre el País.
Recuerde
el lector: sin ánimo de molestar o
menoscabar la valía personal de los propulsores de los partidos emergentes, o
del antiguo Partido Independentista Puertorriqueño, la verdad objetiva es que
al amanecer del miércoles, si esos grupos tienen algún éxito electoral, será un
éxito pírrico, como le llamaban los antiguos a las victorias que se convertían
en derrotas. ¿Por qué? Porque en la mañana del miércoles no se
habrá elegido a ningún candidato de los partidos emergentes, ni del PIP, ni uno
en todo Puerto Rico. ¡Ah! Pero habrán reelecto a Luis Fortuño, el
mayor destructor de instituciones y valores democráticos en la vida del
País. ¡Que satisfacción!
Si uno
puede --- en la vida personal y en la vida política --- debe. Pero si no puede no debe. Hay que recordarle a estos
micro-partidos, la sentencia o invocación de Hipócrates para la práctica de la medicina: ¡Sobre todo, no hacer daño!
¿Qué
bien pueden hacerle estos cuatro mini-partidos al País que no sea dividir,
restar, quitarle fuerzas al único partido y candidato que puede librar al País
de la abominación de Fortuño, de sus mentiras, de su corrupción? Si su protagonismo sin pueblo tuviera
éxito, si reeligen a Fortuño, yo quisiera encontrármelos pasado mañana mientras
celebran su triunfo maléfico.
Confío
en que la sabiduría práctica del pueblo mañana me evite esa desagradable
experiencia.
En todo
caso, una cosa son los protagonismos sin pueblo, y una muy otra es el pueblo
mismo. No tengo dudas de que los
miembros honestos de estos micro-partidos voten por el País, y que sean, en sus
espíritus, como muchos PNP’s, más puertorriqueños que miembros ….¡de lo que
sea!
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