Un
gobernador mendaz, que desprecia al pueblo que no comparte su elitismo oligárquico
y su sicología blancusina, que utilizó el gobierno de Puerto Rico como finca
privada del PNP para abrumar a quienes no se le rindan, merece con creces el
repudio moral y electoral que recibió ayer de ese pueblo.
Todavía
hoy persistía en sus mentiras y su inescrupulosidad, cuando declara que seguirá
defendiendo a las víctimas del crimen, como si alguien estuviera a favor de los
asesinatos y estos no se debieran a su incompetencia como gobernador.
Un
hombre que llegó a la gobernación anclado en el recuerdo del odioso régimen corrupto de Pedro
Rosselló, más que por sus propios méritos, a la primera prueba electoral a que se somete queda
fulminado. No le valieron ni los
embustes sobre las dos enmiendas, ni los millones públicos y privados, ni las
determinaciones fascistas de su Contralor Electoral --- que le impidió a los
defensores del NO utilizar los medios para ilustrar al pueblo ---, ni las
agencias y departamentos del Ejecutivo, para tratar de aplanar la oposición espontánea
del pueblo.
El
Presidente del PPD dejó libre a su gente para votar su conciencia, y esta
conciencia le dijo a la inmensa masa popular --- y a los grupos cívicos y políticos
que la complementaron --- que la conciencia individual multiplicada pesa más
que los rebaños políticos del PNP, incluyendo en esa revolución moral a muchos
ciudadanos decentes e inteligentes que votaron por Fortuño en el 2008.
Estaban
en juego los derechos individuales que nuestra Constitución garantiza ---
contra la encarcelación de posibles inocentes y la pérdida de representación democrática
--- y su defensa no puede estar a cargo de partidos, líderes, o rebaños, sino
de cada persona individual misma.
Y eso hizo el pueblo ayer.
Fortuño
y su ganga pensaron y planearon otra cosa: un golpe de maquinaria política inclemente e
implacable. Para subrayar esa
aberración, Fortuño impuso esa votación en medio de una campaña electoral
partidista, para transferir los derechos de todo el pueblo a la maquinaria
corrupta e insaciable del PNP que él preside y dirige, a través de Marcos Rodríguez
Mefisto, Tomás Rivera Schatz, Jenniffer González y su club incívico de damas,
que nos recuerda al antiguo Peyton Place.
Por
eso, anoche ganó todo el País, menos los jaibas inescrupulosos del PNP que
dirige Luis Fortuño. La pregunta que
se hacen hoy el pueblo victorioso y el PNP derrotado con relación a Fortuño
es: ¿Y va a seguir?
No hay comentarios:
Publicar un comentario