Resulta
increíble que Fortuño pretenda encontrarle remedio a la criminalidad --- que en
sus tres años de gobierno ha roto todos los récords históricos --- desmochando
la Constitución, una constitución que él dice que es excelente y que la conservaría
bajo el régimen quimérico de la estadidad.
El
crimen aumenta, el Superintendente Figueroa Sancha instruye a sus oficiales a
alterar las querellas, y Fortuño exclama:
¡la culpa es de la Constitución!
Si se enmienda la Constitución y se le quitan derechos al pueblo --- el
de la fianza, hasta que se pruebe que el acusado es culpable --- se reducen los
asesinatos. Ese es un razonamiento
de tarado mental, que concluye cosas graves sin evidencia alguna.
Pero
esa maniobra cínica, inescrupulosa, de engañar al pueblo a ver si se espanta de
su record el fracaso, por engaño y por incapacidad, no es la única agresión a
la verdad y a la justicia. Propone
también que se lleven los casos a los tribunales sin evidencia, aunque se
caigan en el proceso, porque lo importante es aparentar ante el pueblo que se
está haciendo algo cuando todo le sale al revés en la calle, en Fiscalía, y en
las cortes. A esa conducta sólo le
conviene una caracterización: es
un político inescrupuloso, que cree que el fin --- reelegirse a pesar de sus
muchas traiciones --- justifica los medios. Maquiavelo era un niño. Sin leerlo, posiblemente. Rosselló por lo menos lo leyó y lo aprobaba con
satisfacción.
Pregúntese
el pueblo, como el exgobernador Aníbal Acevedo Vilá se ha preguntado
públicamente: ¿Cómo es que alguien
tiene el cuajo de tomar la Constitución como balón político, dentro de los tres
meses para unas elecciones, como parte de una campaña partidista, cuando esta
debe estar a salvo de las pasiones electorales?
El
hombre no tiene escrúpulos; no tiene sentido de límites que impone el pudor
cuando se trata de salvar su pellejo político.
Luis
Fortuño pretende constituir su fracaso como gobernador en el área de la criminalidad
en un operativo mediático de campeón contra los criminales, después de tres
superintendentes de la Policía, a cual más flojo de los tres. Por eso envía ese mensaje extorsioncita
a jueces y fiscales: si no radican
y resuelven casos, aunque sean fatulos, no serán renominados. Esa actitud constituye una inmoralidad
pública. Pero, ¡… la desesperación política es mala
consejera! Desde esa desesperación,
cualquier acusado, o familia de víctimas, sirve de hoja de parra para encubrir
su desnudez.
Toda la
ciencia policial y jurídica, y las estadísticas en que se basan
demuestran, taxativamente, que la detección de los criminales, la seguridad
de que serán llevados ante un tribunal, depende de la Policía y de Fiscalía, no
de los acusados mismos, por más criminales que parezcan o sean. Negarle la fianza, y la presunción de
inocencia a un acusado no tiene relaciona alguna con las incompetencias de la Policía,
de Fiscalía y del Gobernador.
Ningún
padre, madre, hermana o hermano --- parientes y amigos en general --- de un
acusado, debe permitir que Fortuño coja de mingo su allegado para encubrir sus
incompetencias y mendacidades.
A
nombre de esa defensa propia, de familia y de hermandad, ¡un NO rotundo a la negación
de la fianza!
En la próxima
reflexión abordaré la segunda enmienda constitucional propuesta por
Fortuño. Porque si la enmienda contra
la fianza es una agresión contra la personas en su carácter individual como
acusados, la segunda enmienda, la de la supuesta reforma legislativa, es
igualmente atroz, porque constituye una agresión contra la democracia
misma. Mientras por un lado dicen
que van a reducir el número de legisladores para economizar, por el otro lado
se anuncia que los legisladores se aumentarán los sueldos --- todos ellos ---
por lo menos hasta el 2016.
Esa
enmienda es una agresión a la democracia representativa porque pondrá en manos
de un puñado de legisladores todo el poder político del País. Detalles mañana.
Excelente escrito como siempre Jose A. Lo extrañamos en las ondas radiales, vuelva pronto.
ResponderEliminarGracias profesor. Se le echa de menos en las ondas radiales.
ResponderEliminar