domingo, 10 de junio de 2012

¿Efectos sin Causas? Guaynabo City Irrumpe en la Historia

Toda la ciencia y la filosofía occidental, desde Tales de Mileto y Aristóteles hasta Albert Einstein y William Hawking, están basadas en la racionalidad del sistema de la naturaleza y la historia, y de la sociedad humana a base de la relación necesaria de causas y efectos conocibles.  Sin ese supuesto de trabajo intelectual no hay ciencia, no hay lógica, no hay filosofía.  Claro, a veces el conocimiento obtenido no es absoluto, necesario o totalmente cierto.  Puede ser meramente probable, aunque no se le conozcan excepciones.  En el mundo de la experiencia social, de la acción delictiva, por ejemplo, esta verdad conduce al principio de evidencia circunstancial, suficiente y persuasiva.  Especialmente si esa evidencia se gestiona con vigor, seriedad y limpieza de motivaciones.

Todo lo que llevo dicho, innegable en el mundo científico, lógico y jurisprudencial, está siendo negado o escamoteado por la forma en que el gobernador, el PNP y el alcalde de Guaynabo han enfrentado la búsqueda de los delincuentes de Guaynabo City, en clara postura de protección de su alcalde.  Se trata de un operativo basado en la bochornosa tesis de que --- contrario a toda lógica científica o actitud racional,  para no hablar de las obligaciones de honradez para con el pueblo --- existen allí, en la alcaldía de Guaynabo, “efectos sin causa”, o como decía Lope de Vega e su Fuenteovejuna:  “¿Quién mató al Comendador?… Fuenteovejuna, señor”.  ¿Quién robó la pulcritud electoral en Guaynabo? ¡Guaynabo City, señor!

En lógica científica y a nivel de sentido común, tanto como en la lógica jurisprudencial y evidenciaria, si una teoría --- como la que defienden O’Neill y el PNP, que postula que los hechos conspiratoriales de Guaynabo City ocurrieron por generación espontánea --- conduce a conclusiones absurdas, es patentemente falsa.

Vamos a ver si esa será la respuesta también del sastre de Justicia.  Porque nunca antes en la historia de Puerto Rico la flojera moral de tan pocos puede hacer tanto daño a tantos.  Pero, como he dicho antes, seres humanos hay que ven pasarle el honor y la virtud por el lado y no los reconocen.  Prefieren el plato de lentejas, que ya el País conoce.

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