Conociendo
el control férreo que tiene el alcalde de todas las oficinas y decisiones del
municipio, la enormidad de la mentira alcaldicia conmueve aún a los más crédulos. Por eso, 73% de sus
constituyentes le han dicho embustero.
El escándalo
moral, sin embargo, no se queda en los confines de Guaynabo. Luis Fortuño se ha encargado de proteger
a su politicastro guaynabeño, y en vez de servirle al País como líder moral,
abraza a O’Neill y empieza a ofrecer racionalizaciones para el encubrimiento y
a sabotear a los que quieren llegar al fondo del estercolero que es la alcaldía
de Guaynabo.
Se une
a O’Neill en un abrazo protector de oso asustado, mientras Edwin Mundo, el
detractor hasta el otro día de los delitos de O’Neill, luce una camiseta de
absolución para el alcalde corrupto. Dios los cría…
Por eso dije en mi título de hoy, esa trilogía de defensores de O’Neill, contra la buena y decente conciencia de la enorme mayoría de los guaynabeños, representa el descaro moral en las más altas curules del PNP.
Por eso dije en mi título de hoy, esa trilogía de defensores de O’Neill, contra la buena y decente conciencia de la enorme mayoría de los guaynabeños, representa el descaro moral en las más altas curules del PNP.
Parecen
decirle al pueblo de Guaynabo lo que le dijo Jenniffer González al certificarse
que dos empleadas suyas confesaron el fraude: “eso es una cosa personal”, y parece haber añadido “cómanse
una docena de donas, que son buenas para controlar la obesidad! ”
Ese
cuarteto de mentores morales de este pueblo --- Fortuño, O’Neill, Mundo y
Jenniffer, parecen actualizar el viejo estribillo de los trabajadores y los
independentistas, con un sentido moral contrario y perverso: "¡Corruptos
Unidos Jamás Seremos Vencidos!"
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