viernes, 22 de junio de 2012

La Noria del Status

En 1961, cerca del hotel en que me hospedaba por unos días en Sevilla, observé una placita muy simpática, en cuyo centro giraba una machina de caballitos que subían y bajaban repetidamente, aparentemente avanzando en el espacio circular que recorrían.  Siempre los mismos caballitos, siempre los mismos jinetes, niños y adolescentes.

¡Tan parecido al espectáculo, me dije, a los partidos y las alternativas de status de mi pobre pueblo de Puerto Rico!

Le pregunté a una señora española cómo se llamaba la placita, y me dijo, con un dejo de tristeza, “es la plaza del humilladero”.  ¡Qué a propósito!, me dije, pensando en los últimos 125 años de darle vueltas a la noria del status.  Porque por un momento parecía haberse encontrado el surco de un verdadero gobierno propio y autónomo, por Luis Muñoz Rivera y su grupo de políticos patriotas, pero el naciente imperio norteamericano echó a perder todo lo ganado e impuso un grosero régimen colonial, bochornoso a la luz de lo que alegan representar en el mundo.  Hoy nos falta un Práxedes Mateo Sagasta en Washington y un Luis Muñoz Rivera en Puerto Rico.  Estamos en la Plaza del Humilladero, donde nadie cree en lo que dice creer y el pueblo no sabe las consecuencias de lo que va a votar.  Que serán ningunas, ya nadie orienta sobre lo que en verdad cree.

El PIP ha lanzado sus escasas fuerzas a reforzar el desacreditado régimen de Luis Fortuño, por puro despecho y resentimiento histórico contra el Partido Popular.  El Partido Popular dice que votara “Sí”, pero no por convicción, sino para desenmascarar a Fortuño.  Fortuño dice “vota estadidad en la segunda pregunta”,  pero no es por convicción, sino como hoja de parra para cubrir su desnudez de cinismo e ineptitud.

El único que está meridiana y honestamente claro en su postura y recomendación al pueblo es un ciudadano cubano que posee y usa su estación de radio --- la potente WAPA --- para recomendar al pueblo con firme convicción y honradez, que vote “Sí” en la primera pregunta porque votar “No” significa, políticamente, romper relaciones con los Estados Unidos.  Tiene razón.  No se puede adelantar un futuro provechoso para ambos pueblos desde el vacío, a ver que pasa después, como parecen creer Fortuño y Rubén Berríos en su funesta alianza.

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