Nadie
expresó mejor que Thomas Jefferson el papel crucial de la prensa --- en toda la
vasta variedad de sus medios --- para fortalecer la libertad ciudadana y la
causa del buen gobierno, cuando afirmó:
“No me preocupa que la prensa publique errores, siempre que el pueblo
goce de la libertad para combatirlos”.
De lo
anterior se deduce la primacía de la libertad de prensa en el breve catálogo de
la Carta de Derechos de la Constitución Federal, de donde, con el crédito de la
experiencia, pasó a nuestra Constitución.
Don
Luis Muñoz Marín afirmó en un momento de lucidez, que el gobierno no puede
mejorar la prensa, aunque la prensa sí puede mejorar el gobierno.
Todo lo
anterior es válido sólo dentro de un supuesto, un entendido previo: que la prensa sea o se esfuerce por ser
veraz, y que no se entregue por venta o permuta al mejor postor, especialmente
al gobierno de turno.
Existen
tres principios de profesionalismo en la actividad periodística de todo tipo
--- se trata de la objetividad en su obtención y presentación, de la veracidad
de la información y del balance en la presentación de hechos e ideas.
La
objetividad es un ideal y un compromiso moral del periodista profesional, pero
es un ideal imposible de lograr, porque todos tenemos juicios previos cuando
nos enfrentamos a la polémica realidad social. Pero debe siempre ser el fin anhelado por el periodista y
por el consumidor de su trabajo.
Ese esfuerzo y responsabilidad deben convertirse en el balance con que
se presenta la información, la opinión, o el reclamo de las partes en la
comunicación social.
Lo
dicho hasta aquí cobra importancia crucial dado el hecho de que los únicos que
gozan del privilegio de la libertad de prensa son los empresarios que poseen o
dirigen el medio de que se trate.
Lo que queda después que estos dueños se sirven con la cuchara grande,
lo que llega al consumidor de la información, tiene que ser juzgado críticamente,
buscando el hecho real y al periodista profesional y honesto. Eso es lo que significa el periodismo
profesional, serio, orgulloso de su función educativa.
En las
antípodas de ese periodismo están los mercaderes, los muñidores de información
falsa, distorsionada, sobornada por el gobierno o los grandes intereses --- por
un plato de lentejas.
Ese
medio indecente de “seudo-periodismo” sucio se llama a sí mismo “Vocero”, vocea
la inmundicia que él mismo genera, y se la vende a Fortuño a cambio de que le pague
la nómina. Este es el mismo
pasquín que tuvo que pagar por las novelas contra Sila María Calderón y Adolfo
Krans --- el sainete de la mucama, donde figura prominentemente el ubicuo Edwin
Mundo --- que como dicen de Dios, “está en todas partes”.
Todo
lector inteligente, con una pizca de decencia, que cuide de su mente y de sus
manos, debe despreciar ese tipo de seudo-periodismo sucio. Que lo financia Fortuño, no el lector
sano y de buena fe, que no sabe del trueque Fortuño-Miller, que negocian con fondos públicos la
compraventa bochornosa y diaria de ese abominable pasquín.
Existe
la libertad de prensa, y Fortuño y Miller tienen derecho a publicar esa bazofia. Pero el pueblo tiene derecho a repudiar ese concubinato de
gobierno sucio y seudo-periodismo sucio.
La
prueba de ello la provee el mismo periodicucho: como ningún periodista serio está dispuesto a suscribir sus
novelas y mentiras, estas aparecen como trabajos anónimos de La Redacción, esto
es, anónimo producto de la permuta Miller-Fortuño.
MARTIN GRANDE locutor, seudoperiodista, moralista, millonario y evasor de la AFIP en Salta - Argentina
ResponderEliminarEl locutor venido a empresario. propietario de la emisora FM 89.9 Profesional, Martín Grande, según sus propios colaboradores, se le desdibujó la sarcástica sonrisa y suspendió sus actividades en la lujosa emisora del coqueto barrio Grand Bourg, cuando la AFIP (Administración Federal de Impuestos) llegó de inspección a la próspera planta radial.
Acostumbrado a sus delirios de CIUDADANO EJEMPLAR, su honradez incomparable y cualidad moral autoreferencial, Martín Grande, el látigo admonitor de los políticos, al parecer, sufre una de sus crisis más inesperada en lo social e impositivo. No es la primera vez que Grande es visitado por la AFIP y, como resultado de sus airosos despegues, solía jactarse de su "intachable conducta previsional de impoluto contribuyente". Esta vez no pudo zafar y la AFIP arrasó con todo. Lo único que atinó a decir el evasor "por lo menos quiero recuperar mi camioneta".
La Administración Federal de Impuestos ordenó el inmediato secuestro de vehículos destinados a los movileros de la emisora FM Profesional y la camioneta 4x4 del locutor en un acta de infracción que, como punto de partida, es el prólogo del control profundo y la minuciosa investigación que harán los inspectores sobre la fortuna acumulada e injustificada de Martín Grande en Salta y en otros puntos del país.
Lo cierto es que el Imperio Comunicacional de Martín Grande sufre su colapso inicial de caos financiero lo que reaviva el interrogante: ¿Es este golpe impositivo parte de la maldición del esotérico Guillermo Capellán? Mientras los comentarios sobre la GRANDIOSA evasión se instalan en la ciudad, el soberbio Martín no sabe cómo hacer para desmostrar su cuantioso e inexplicable patrimonio. (Jorgelo Santiago para SNS y Cadena Global Salta) ...