De esas
ideas totalitarias existen todavía residuos, en el mundo islámico y árabe, en
Cuba y en Venezuela, ambas en
crisis terminales a la hora que escribo.
En
Puerto Rico, a la altura del 2012, existe una versión ramplona, teóricamente
ignorante de lo que significa lo que hace, por incultura, por hipocresía, por
insensibilidad. La dirige Luis
Fortuño, sin saber bien lo que hace, aunque disfruta enormemente del fruto
funesto de lo que hace.
Bien
mirado, el fascismo criollo de Luis Fortuño se remonta --- aunque él no lo sabe
--- al absolutismo totalitario de Thomas Hobbes, de mediados del siglo 17,
contra el cual se fundó --- primero en Inglaterra y luego en los Estados Unidos
--- la democracia liberal, que tiene dos componentes: soberanía del pueblo o consentimiento de los gobernados, por
un lado, y por el otro el gobierno limitado por las libertades del pueblo y de
las personas.
Lo
contrario, ya sea Platón en la antigüedad, Marx, Hobbes, Franco, Lenin y
Stalin, Mussolini o Fortuño, es consagrar la destrucción del derecho ---
natural o estatutario --- por la ley accidental de un régimen insaciable de
poder y de dominio contra todo y todos.
Decía "el bueno"(?) de Hobbes, que si faltara la ley absoluta y total del estado, la
vida humana seria “solitaria, pobre, brutal, odiosa y breve”. La realidad es exactamente al revés: cuando se pisotean las libertades, se
crea lo que él mismo llamó: “el
reino de las tinieblas” de Hitler, Stalin, Franco y Fortuño.
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