El
debate de anoche martes llevó al País, por boca propia, la realidad económica,
social, educativa y de inseguridad que vive nuestro pueblo bajo la bota repúblico-fascista
de Luis Fortuño.
Un índice
útil para la evaluación de ese debate reside en el lagrimeo de los edecanes
fortuñistas, responsables de preparar a su pupilo para el encuentro. Marcos Rodríguez Pujada y Ángel Cintrón
acudieron a los medios inconsolables, porque las verdades de Alejandro García
Padilla, de frente y con los hechos, y con la cara de las víctimas de Fortuño
frente a sí… ¡le dieron muy duro,
lo desenmascararon! ¿Y porqué? Porque esta estirando como chiclets los
embustes del 2008 y reclama logros inexistentes, como Alicia en el País de las
Maravillas. El hombre es un
embustero patológico, que no tuvo el valor --- ¿valores?, dijo alguien --- de
mirar de frente al joven discapacitado que botó injusta y cruelmente en el
2009.
La
historia de cuatro años es un cuadrilátero muy angosto para huir de la verdad. Como le dijo Joe Louis a Billy
Conn: “Puedes huir, pero no te
puedes esconder”, o como advertía el profeta: “Tu pecado te alcanzará”. Anoche ambas sentencias se hicieron realidad, de ahí el
llanto de sus acólitos.
Anoche
se hizo palpable el error y la trampa en que cayeron los buenos ciudadanos que
han fundado sendos partidos, entes jurídicos sin pueblo. Porque no han aprendido de las
experiencias del PIP y su culto a la irrelevancia, a la evanescencia electoral. Porque líderes serios intelectual y
moralmente hablando no han aprendido que sin eco de pueblo no se adelantan
buenas causas. Hace falta gente,
mucha gente, que esté insertada en el realismo práctico de otras trincheras con
posibilidades de librar al País de la mentira y la perversidad de Luis Fortuño.
De
hecho, en el debate de anoche los candidatos de los partidos nuevos lucieron
bien. Sobre el otro, el PIP, se
confirmo la alianza PNP-PIP, que es una alianza pro estadidad y contra la
independencia y que retrata de cuerpo entero el resentimiento histórico al PPD,
que desde 1946 le quitó la alfombra debajo de los pies a los líderes de sí
mismos y de nadie más.
La
actuación de los partidos nuevos, seria y con contenido, demuestra su error,
porque como fuerzas cívicas de educación política pudieron haber rendido una
importante función. Como partidos
lo único que pueden lograr es la reelección de Luis Fortuño, una grave
responsabilidad para la historia.
Tienen hasta el 6 de noviembre para corregir, en el colegio de votación,
ese error histórico, tan costoso para el País.
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