Luis
Fortuño, ante el fracaso de todo lo que toca, ha lanzado a las mujeres PNP al
ruedo de la derrota.
Albita
Rivera, debilitada en su distrito representativo, se une a la locaria de
Melinda Romero en su ataque al Arzobispo Roberto Torres González, que uno
supone tiene la culpa de que el electorado de San Juan haya despertado a la
realidad de quién es en verdad Albita Rivera, una arpía partidista implacable
contra todo y todos los que no sirvan a su voracidad de poder.
Ahora
Albita tiene un refuerzo, la mujer del gobernador. No digo Primera Dama porque no lo es, porque en vez de
asumir su responsabilidad de servicio al País, desde la Fortaleza y con todos los recursos y
oportunidades para hacerlo, prefirió el lucro personal privado como notaria “deluxe”, preferida oportunísticamente por la mafia bancaria que come de la mano
del gobernador.
Doña
Luz Eufemia incursiona en el debate partidista y le pide el voto a la mujer ---
52 por ciento del electorado --- para el PNP y su esposo, que le permite
lucrarse --- amoralmente --- de su privilegiada posición para que los bancos,
en un toma y dame burdo, le aumenten sus ingresos de $40,000 a $400,000 anuales
por ser la “primera dama” que se ha negado a ser.
Si doña
Luz Eufemia hubiese asumido su responsabilidad institucional --- que todas las
Primeras Damas de verdad asumieron desde 1948 hasta 2008 --- hubiese dedicado
su tiempo y los privilegios que el pueblo le brinda como esposa del gobernador
al servicio del pueblo. Le hubiésemos
visto abrazar las causas de la mujer discriminada, maltratada, asesinada,
sumida en la pobreza, gritando por justicia de manos de aquella que un día
encumbraron con su voto hasta la Fortaleza. Nunca pensaron que sólo se acordaría de ellas la Primera
Dama fatula para volver a pedirle el voto, no para ellas, sino para “ella”,
para seguir guisando desde la cumbre a la que las mujeres pobres la enviaron.
¿Pedirle
el voto a esas mujeres pobres, maltratadas, despedidas de sus empleos, para
que Fortuño y ella sigan haciéndose
ricos sobre sus espaldas? ¡Que
cuajo!
¡No y No! Le dirán las mujeres dignas del País.
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