Sea en
el drama, la novela o la historia, de la que la política es parte saliente,
una situación dramática es una que cambia el destino de su protagonista, sea un
Edipo Tebano, un Hamlet escandinavo, o un Luis Muñoz Marín y el pueblo de Puerto Rico como
personaje principal de su propia gesta.
Los
elementos constitutivos del drama de 1940 están ampliamente documentados en la
historia y en la memoria de aquellos de nosotros que vivimos como adolescentes
curiosos de aquella gesta: un
grupo pequeño de colmillús --- como los llamó Muñoz --- poseían y gobernaban al
País. Colonos de la caña,
hacendados del café, monopolistas del comercio de importación, latifundistas
explotadores del trabajo del agregado sin alternativas, y taparrabos del
capital ausentista --- y luego, claro está, sus representantes en la
Legislatura. Un círculo opresivo
total. ¿Su enseña y filiación ideológica? ¡Republicanos! Que a su vez se tragaron a los
“socialistas de agua dulce” de Santiago Iglesias, Bolívar Pagán y Lino Padrón
Rivera --- en la espuria “Coalición de 1932 a 1940”.
¿Paralelismo
hoy? Los republicanos de Luis
Fortuño, los banqueros de Richard Carrión y compañía, las aseguradoras (traganíqueles)
de salud y de todo (Triple S es su expresión más corrupta).
La
repartición, como galletitas de ciento en boca, de los recursos y haberes del
pueblo, a sus amigotes personales y panitas del dinero corporativo, que
invierten su dinero en acciones de la Bolsa de Valores, pero no en la creación
de nuevas empresas. Que Fortuño le
dé el dinero para ellos asumir riesgos.
Si ganan, ganan ellos, si pierden, pierde el Pueblo de Puerto Rico.
Se
trata de una conducta políticamente inmoral, pero es buena para Fortuño, su
familia y sus amigotes.
Existe
una diferencia entre 1938-40 y 2012.
Entonces, en los tiempos de los clásicos colmillús republicanos, el
dinero de la inversión capital era de ellos. Es verdad que se lo habían exprimido a los trabajadores y a
los agregados, pero ya era suyo.
Hoy el dinero de los usurpadores de Fortuño no es de ellos. Es del pueblo. Su capital es la amistad éticamente
corrupta con Luis Fortuño. De
ellos mismos no arriesgan ni un centavo.
El año
1940 marcó un dramático cambio de destino para las masas pobres y explotados de
Puerto Rico. El 2012 debe marcar
un cambio igual --- un voto para curar el asco pestilente de la corrupción que
dirige este farsante, que se cree flautista de Hamelín embobando ratones.
¡Que
se sepa que el pueblo de Puerto Rico es mucho más que eso, y que, como en 1940,
se dará a respetar!
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