viernes, 14 de septiembre de 2012

¿Es rehabilitable el “Edsel” del PNP?


Por allá por los años 60 del pasado siglo la compañía Ford anunció a los cuatro vientos un nuevo y rutilante automóvil --- el Edsel --- que acabaría para siempre con la competencia.

¿No les recuerda al Luis Fortuño del 2008?  Pues el auto se produjo, se vendió bien, y al poco tiempo sus compradores --- como los ingenuos electores de Puerto Rico --- tuvieron que concluir que se trataba de un “limón”, en el argot de los vendedores y compradores de autos.  El “Edsel” de la Ford resultó todo capota brillante de lata y cromio, pero el motor se calentaba y rompía el bloque, la transmisión se trancaba, los frenos no frenaban, sólo le quedaba el brillo artificial de la apariencia.  ¡Igualito que Fortuño a la altura del 2012!

La prueba ácida se dio el martes pasado “delante de la gente”, como decimos en el campo.  Enfrentado a preguntas serias y reales, el hombre se desmoronó, pues los anuncios mendaces del 2008 no le sirvieron para explicar las realidades del 2012, producto de su incompetencia y superficialidad.  El País lo observó a cuerpo entero y a colores.  Un gobernador achongado, repitiendo frasecitas amaneradas, sin nada en la bola.  La prueba de ello se ofreció a raíz del debate y al amanecer del miércoles.  Los edecanes directores de su campaña acudieron a la lloronería, inconsolables:  ¡Hay, le dieron, los otros cinco, demasiado duro!  ¡Enójese, señor gobernador, lloriquee de que le ofendieron!  Y ahora piden una revancha, pero con Alejandro solo.  ¿Y los otros cuatro, no los creó él --- bajándole cínicamente el por ciento de firmas para quedar inscritos, para dividir el voto de la oposición?

Fíjese el lector en la excusa que ofrecen sus mucamos políticos, tales como Mefisto Rodríguez Pujada y Ángel Cintrón, los arquitectos del desastre.  ¡Alejandro insultó a Fortuño!  No lo insultó, lo describió.  Y luego dice Fortuño que el llamó cobarde en el 2008 a Aníbal Acevedo Vilá porque “se metió con su mujer”.  ¿Cómo? Denunciar el racket familiar con las escrituras en los bancos que precisamente produjeron la Ley 7 y los despidos --- Richard Carrión y el Banco Popular---, como una cuestión de principio, de enriquecimiento ilícito de la Primera Familia, ¿es un insulto?  No, es una descripción de conducta impropia, de conflicto de intereses.  ¿Por esa denuncia correcta y real, había que llamarle cobarde?  Pero ahora, sobre una actuación inhumana contra un discapacitado, frente a él, gritar “foul” es muy conveniente y ciertamente muy cobarde moralmente, como le dijo Alejandro.

¿Es rehabilitable Luis Fortuño?  No, tendría que “nacer de nuevo del agua y del espíritu” como decía San Pablo.

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