En el
lenguaje del campo en que yo me crié --- y en todos los campos de Puerto Rico
como supe después --- mirar contra el gobierno quiere decir que es bizco, o por
no menos turnio. Yo no sé si Luis
Fortuño es físicamente bizco, pero no existe duda alguna de que mira contra el
gobierno. Porque así lo ha
afirmado aquí, y así se lo ha asegurado a sus panitas derechistas del GOP,
“Grand Old Party” – el vertedero nacional de todos los resabios oligárquicos --- ante el pueblo de los Estados
Unidos, entre los que él se siente de maravilla.
¿Cómo
es posible que un hombre --- o una mujer --- movilice todas las fuerzas políticas
y económicas de una sociedad --- Puerto Rico --- para supuestamente ofrecer un
“mejor gobierno”, para luego virar
en redondo con una actitud y una administración para destruir al gobierno que
el pueblo le encargó para que realizara mejor la función de bienestar general
--- así definido en la Constitución que juró defender – frente a las
alternativas del adversario?
¿Cómo es
posible, o moral, aspirar al gobierno para destruir el gobierno, y transferir
sus recursos a una mafia económica totalmente contraria al “bien común”?
Desde
esa perspectiva, que él mismo acuñó, Fortuño es bizco, o cuando menos turnio,
como lo define el Diccionario Lexicográfico de Puerto Rico.
En ese
proceso de destrucción del gobierno como instrumento del pueblo --- para su
bienestar y su justicia, lo que incluye a todo el pueblo --- el espectáculo que
exhibe Luis Fortuño ante el País a dos meses de las elecciones es uno de desguavinación
del gobierno heredado, producto de 62 años de continuidad bajo diferentes
administraciones políticas. El espectáculo
de machina de caballitos ineptos --- diferentes vueltas a la noria, pero los
mismos caballitos --- es deprimente, desmoralizador, desesperanzador… y
todavía faltan dos meses…
El
descaro con que Fortuño ha procedido al atornillamiento de sus batatas políticas
--- incluyendo el caso desvergonzado de Ricky Rosselló, desvergonzado para
Fortuño y para este joven cunero del régimen --- le comunica al País que no hay
pudor, no hay vergüenza como reserva moral frente a los errores que pueden
darse involuntariamente.
Fortuño
es bizco, mira contra el gobierno, si no lo es físicamente --- yo no lo sé ---
lo es moralmente. Siempre pensé
que el uniforme de gobernador le quedaba grande. “Daña ropa” le
dicen en el campo.
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