Primero
fue la inmensa Cucusa --- inmensa en contratos y protoplasma --- y luego Heidi
Wys --- otro de los cerebros mágicos de Jenniffer González. La primera llamó mono --- Yuyo --- al
doctor Rafael Cox Alomar, y la segunda hizo lo mismo con el Presidente Obama y
su señora. Como si eso no fuera
suficiente, la senadora Lorna Soto le ha llamado “monito” al doctor Cox Alomar,
aunque luego trató de negarlo, sustituyendo “monito” por “bonito”, pero no le
quedó bonito, porque no hay lógica semántica en la sustitución.
Lo
primero que debe decirse de todo este espectáculo denigrante --- de los que
insultan, no de los insultados --- es que antes de tratar de ensuciar la imagen
del distinguido candidato a Comisionado Residente, estas tres arpías políticas
debieron lavarse la boca con piola, o con creso, para asegurarse una limpieza
total.
Ya he
comentado todos los casos de la Cucusa y el de la otra carnal de Jenniffer
Gonzalez, Heidi Wys. Comento hoy
la extensión de ese brote de Klu Klux Klan a la senadora por Carolina. Porque su caso, como persona de color,
me recuerda el diálogo del elefante y el gato. Le dijo el primero al segundo: ¡Ah, tan pequeño y con
barba! A lo que el segundo le respondió:
¡Y tu, tan grande y con el trasero sucio!
La
senadora por Carolina representa un distrito de minoría blancusina, de la que
ella no forma parte. Por tanto, la
pregunta obligada es: ¿de cuando acá,
periquita con guantes?
Para
terminar, un consejo filosófico para doña Lorna, el que le dio Sócrates a fines
del Siglo V antes de Cristo a sus oyentes en el Acrópolis de Atenas:
“Conócete a ti mismo”.
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