Existen
dos escuelas de pensamiento económico sobre la caída durante los últimos 40
años de los índices de progreso económico de Puerto Rico. Se dice por un lado que la capacidad de
producción --- producto bruto de todos los bienes y servicios --- se ha venido
achicando paulatina pero consistentemente desde los años 70 del pasado
siglo. Todo esto como estadística
objetiva, implacable. A eso debe sumársele
como golpe de gracia, la entrega --- por Carlos Romero, Pedro Rosselló y Luis
Fortuño --- de la exención contributiva federal a las empresas 936, motor del
proceso industrial hasta 1998, al son de
60,000 empleos directos y todos los otros resultantes del factor
multiplicador de cada empleo. Todo
como sacrificio en el altar de la diosa estadidad. Fortuño le debe al País los 60,000 empleos que destruyó al
entregar las 936, más los 30,000 que botó con la ley 7. Él y Romero y Rosselló son directamente
responsables de la pérdida de 90,000 empleos directos y de todos los indirectos
que ellos producían.
La otra
escuela sostiene que el País no es económicamente viable como Estado Libre
Asociado y que hay que destruirlo para acogerse a las decisiones de esa diosa
americana, o a la fantasía política y económica de la independencia, cuando se
sabe en números precisos que ninguna de esas aventuras puede producir lo que
promete.
El análisis
que antecede se refiere exclusivamente al aspecto económico de nuestra historia
de hace 72 años, a partir de 1941.
Pero un pueblo no es sólo economía. También es, esencialmente, comunidad, sociedad, cultura y
valores de solidaridad y apoyo moral mutuo y recíproco. También es salud, educación, seguridad,
servicio y Bien Común como horizontes cotidianos para una mejor vida.
La economía
de producción e intercambio es sólo un medio para una vida buena. Desde ese punto de vista hay que
preguntarse si los grandes valores solidarios que guiaron el crecimiento social
y económico de Puerto Rico tienen que sacrificarse al egoísmo de unos pocos,
que reclaman que como la economía anda en crisis hay que sacrificar todos los
otros valores e instituciones que sacaron a Puerto Rico de la miseria de los
años 30 y crearon la prosperidad de las siguientes cuatro décadas. Porque las instituciones privadas y
públicas no son sólo economía.
La
administración funesta e inepta de Luis Fortuño --- y lo segundo por lo primero
--- se ha montado sobre la teoría de que, puesto que la economía anda en crisis
hay que destruir todo lo que queda:
el servicio público, la educación pública, las asociaciones privadas
(Colegio de Abogados, AEELA) y las públicas (Comunidades Especiales,
Fideicomiso del Caño, entre otras) para que un puñado de amigotes políticos se
roben lo que es patrimonio de la sociedad entera y no del Estado. Decía la bula romana de la Iglesia Católica
“Unam Sanctam” que fuera de la Iglesia no había salvación. ¡Ojo Carlos Romero, Melinda y
Albita! Absolutamente un reclamo
igual hace hoy el PNP. El que no
esté dentro de esa “ecclesia” no tiene derecho a nada. Como dijo aquel otro “such is
life”. No importa que sean
corruptos, delincuentes e impreparados.
Tienen el poder y eso basta.
En
virtud de ese cuadro de desolación moral, yo quisiera pedirle a los políticos
improvisados y a los locutores locuaces que pretenden pasar como analistas, que
le expliquen al País cuándo fueron iguales el PNP y el Partido Popular en sus ejecutorias históricas. ¿En qué universidad, academia o escuela de periodismo
aprendieron es espuria teoría de la equivalencia de los dos partidos
principales? Los portavoces de los
nuevos partidos saben eso, pero lo esconden a propósito. Cuando esos partiditos dicen que
lamentan el deterioro y la destrucción de las instituciones que dirige Luis
Fortuño, ¿ a que proceso de destrucción se refieren? Al Puerto Rico que llevan en sus cabezas o al Puerto Rico
que el pueblo creó mediante el Partido Popular, cuya destrucción ellos dicen
que lamentan?
Hacen
falta historiadores sociales e institucionales serios, periodistas serios, políticos
serios, que por lo menos distingan el Puerto Rico que creó el Partido Popular Democrático
--- del feudalismo republicano a la modernidad, de la miseria al desarrollo que
ahora Fortuño destruye o escamotea.
La teoría
--- mentira de campaña, no historia --- de que los dos partidos mayoritarios
son iguales, acusa en el mejor de los casos ignorancia o pereza mental, en el
peor, mala fe, pareja a la de Luis Fortuño, por quien me temo terminarán votando
si es que insisten en dividir el voto que lo retiraría para siempre de nuestra
vida pública.
Porque un voto por cualquiera de los partidos
sin pueblo --- MUS, PIP, PPT, o PPR --- es un voto para que Fortuño continúe
destruyendo a Puerto Rico.
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