Decía
don José Ortega y Gasset en cada afirmación de valores o verdades que profesaba
que le transparentaban la espina dorsal.
Por eso fue maestro de generaciones subsiguientes, porque sin esta
adhesión frenética a la verdad no hay filosofía, ni ciencia, ni justicia.
Ese
ejemplo luminoso de respeto a la naturaleza de las cosas --- la verdad --- y a
los valores humanos que ello engendra, es el compás, la brújula de todo
pensador serio y de todo político decente. En ausencia de esa voluntad de verdad y de justicia --- de
ley y orden en el pensamiento y honestidad en la acción --- la vida humana y
social recae en el “estado de naturaleza”, en la que el poder crudo, el poder
de hacer mal mientras hipócritamente se predican valores del bien, impera
impune, y la vida según advertía Tomas Hobbes a mediados del Siglo XVII, “se vuelve solitaria,
pobre, odiosa, brutal y breve”.
Impera la anonimia, es decir, el descreimiento total de todos los valores.
Puerto
Rico ha sufrido durante la última semana una sucesión de escándalos planeados
desde Fortaleza, y ejecutados por el Departamento de Justicia, por la Comisión
Estatal de Elecciones y otras agencias del Partido Nuevo Progresista (no digo
Estado ni gobierno, ya que el partido, a lo Stalin, Hitler y Franco, se lo ha
tragado todo).
Primer escándalo,
primer atraco: por si pierde las
elecciones o sabiendo que las va a perder, Fortuño “atornilla” en puestos
regulares a todos los PNP que llegaron de la calle después del 2 de enero de 2009.
Segundo
escándalo, este de tipo electoral, dirigido desde Fortaleza para empezar a
robarse las elecciones mediante un esquema inconstitucional de poner a votar
como encamados a personas vivas y muertas mediante un voto por correo que está
claramente dirigido a negarle la secretividad al voto porque en su ejercicio no
habrá presencia de la oposición, producto de la mente ratera de Edwin Mundo,
veterano del fraude de Guaynabo y recordado como el autor de la patraña contra
Sila María Calderón en el año 2000 mediante el engaño y la coerción a una
empleada doméstica dominicana. La
corte superior tiene ante sí el intento de robo electoral descarado defendido
públicamente por Mefisto Rodríguez Pujada, e increíblemente respaldada por Luis
Fortuño personalmente.
Tercer escándalo: la compraventa de la inmunidad
hospitalaria contra las víctimas de impericia médica. Primero el censor oficial del PNP en la Comisión Estatal de
Elecciones le impide a la Asociación de Víctimas expresar públicamente sus
ideas y amenaza a los medios para que no publiquen esas ideas, y para coronar
esta podredumbre, Luis Fortuño va personalmente a un acto de recaudación de
fondos para su campaña y les vende a los mogules hospitalarios esa inmunidad a
cambio de $2,500 por cubierto, todo esto en horas laborables. Hizo más, por reglamento, porque por
ley no puede hacerlo, le concedió a los hospitales la misma inmunidad de que
goza el Estado en estos casos. Se
trata de una acción claramente inconstitucional además de inmoral. Ese es el hombre que anda por ahí
predicando valores, mientras vende políticas públicas al mejor postor.
A la
luz de estos hechos, ¿a cuáles cortes se puede ir en Puerto Rico a reclamar
derechos contra su gobierno? Las
víctimas de la impericia médica son ahora víctimas también de Luis Fortuño.
Todos,
el servidor público serio y dedicado, el enfermo o legítimamente encamado, la
víctima de impericia médica, entre otros muchos, pisoteados por este
trujillismo boricua, quedamos a la intemperie desde el punto de vista de la
justicia y los derechos.
La
actuación desfachatada de Luis Fortuño de venderle la salud y quizás la vida de
los pacientes a sus donantes de campaña no tiene precedentes en nuestra
historia aunque él la desconozca.
Los
norteamericanos tienen un nombre para esta compraventa: le llaman “pay for play” --- si pagas
puedes jugar, sino, no. En boricua
llamamos a eso extorsión y en América Latina “la mordida”.
¡Como verá el lector, en la transparencia de
Fortuño, se le ve más de lo que el quiere mostrar, mucho más!
No hay comentarios:
Publicar un comentario