No es
posible mantenerse al día con los cotidianos asaltos a la ley, la ética y la
moral en el mundo de Luis Fortuño.
Un día
la primera plana del principal periódico del País denuncia la implantación de
un programa de atornillamiento de los cadres de confianza del PNP en plazas
regulares, y al otro día informa del atronillamiento de Ricky Rosselló --- que
representa la metástasis del cáncer que dijo Fortuño que era Pedro Rosselló ---
y al otro día proclama el nombramiento del delincuente todavía bajo custodia
federal de libertad supervisada René Vázquez Botet para una cátedra de oftalmología
en el Recinto de Ciencias Médicas.
Un paso más en la destrucción sistemática de la dignidad universitaria
en Puerto Rico.
Pestañea
uno, y es sorprendido por la porquería del Secretario de Justicia sobre Roger
Iglesias. Primero dijo que sus
contratos eran ilegales, ahora que son legales. Este pajarraco jurídico ha pasado de sastre a mero costurero
a base de remiendos partidistas. Y
para añadirle insulto a la injuria, Rivera Schatz --- cuyo padre practica la
misma corrupción en Guaynabo --- designa a Roger Iglesias, el fresco de la
comarca, para juzgar al Juez Presidente del Tribunal Supremo, sin bañarse
primero con jabón octagón azul.
Usted
se va a la cama creyendo que ya lo ha visto todo a manos de esta epidemia de
inmoralidades e ilegalidades, y se despierta con el nuevo fraude de Héctor
O’Neill y otros con los supuestos encamados, algunos de ellos muertos. A eso llama El Nuevo Día “crecimiento
del escándalo”. Un escándalo que
no escandaliza a sus autores y responsables: Fortuño, Edwin Mundo, Héctor O’Neill, entre otros.
Simplificando
a sus términos mas elementales, se trata del asalto más crudo y descarado en
nuestra historia a tres principios fundamentales y fundamentantes de nuestra
civilización política, que tantos años y desvelos ha costado construir, desde
Hostos y Baldorioty, Muñoz Rivera y Muños Marín, y todos los que sin estar al
mismo nivel honraron la institucionalidad como fundamento de nuestra vida política: el asalto a la democracia --- la
escrupulosidad electoral ---, a la Justicia --- al arbitraje jurídico limpio y
objetivo con respecto a las diferencias de grupos, personas y partidos ---, y
el servicio público honesto y eficiente, ajeno a toallas desvergonzadas ni
atronillamientos crudos e indecentes.
Esa
democracia, justicia y servicio público representan la esencia de la vida digna
y libre, en pos del Bien Común.
No es
necesario enumerar los payasos de este sórdido circo. El titiritero de esta trágica comedia no es otro que Luis
Fortuño y los legisladores analfabetos y corruptos del PNP. Cito al fiscal Gil Bonar: “La corrupción en Puerto Rico tiene
nombre y apellido. Se llama
Partido Nuevo Progresista”. ¿Recuerdan? Eso lo dijo a mientras enviaba a prisión
a la ristra de ladrones de la administración de Pedro Rosselló, alguno de los
cuales ahora Fortuño premia con cátedras universitarias. Es para vomitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario