martes, 23 de octubre de 2012

Jorge Santini: ¿Ausente o Forajido?


“Me gustas cuando callas”, decía Pablo Neruda, “porque estás como ausente”.  Pero ahora recuerdo que el bocón, el fantoche alcalde de San Juan no sólo calla, sino que se ausenta de su obligación cívica de responder por sus actos y justificar su pretensión de reelección compareciendo ante los sanjuaneros y el País a dar cuenta de su record y sus planes, en el supuesto de que se reelija.

¿Cómo puede jugar Jorge Santini el papelón de ausente --- de cobarde --- para no enfrentarse a su pueblo a justificar esa pretensión de continuidad?  ¿A quién le teme, al pueblo que lo juzgaría, o a la dama que lo reta?  ¿Cómo es que tan machote de palabra se le va huyendo a Carmen Yulín, una dama seria, inteligente, motivada por un mejor servicio público  a un San Juan que ella define como de todos?

Hay dos actitudes despreciables en la cobardía política de Santini --- que recuerda las expresiones de nuestros jíbaros galleros cuando uno de sus gallos salía huyendo como “manilo”, juyilón, después de lo cual no podía asistir a ninguna gallera sin convocar la burla universal.  Por un lado, la arrogancia, que desprecia un evento de confrontación democrática, ante el pueblo, de record y propuestas para la enorme ciudadanía de San Juan.  Pero además, de la arrogancia --- la ventosidad egolátrica que el alcalde ventea continuamente --- está la insolencia de despreciar al pueblo mismo, más allá de su patanería usual con todo el que se le enfrente.  El Presidente Obama y los candidatos que lo retan, en el plano federal y estatal, aceptan los debates como una obligación cívica, porque le deben esa deferencia al pueblo.  Y porque, además, creen que pueden dar buena cuenta de sus obras y propuestas.

Despreciar --- no a Carmen Yulín, sino al pueblo de San Juan --- mediante la juyilanga, denota inferioridad intelectual y moral.  Y es posible que en eso tenga razón.  Porque el hombre no tiene estilo, ni tiene cultura urbana, no puede lidiar al nivel de los conceptos de lo que es una gran ciudad.

¿Podría uno imaginarse a Jorge Santini en la Plaza de la Signoría, en Florencia, o frente al Alcazar de Toledo, San Francisco o Atlanta, y discernir la estructura funcional y estética de una gran ciudad?  Claro que no.  El puede autorizar millones para poner anuncios que despisten al pueblo de la realidad fea y espantosa que preside, pero no articular visiones plausibles de funcionalidad en lo que podría ser una gran capital.  Por eso se huye.  Su propio historial pedestre lo alcanzó. 

¡Mucha mujer Carmen Yulín, para Santini!  

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