miércoles, 24 de octubre de 2012

Plutocracia y Democracia: ¿Por Quién Votar?


Si a una persona de inteligencia normal, ordinaria, se le preguntara --- como se le preguntará en el colegio electoral el próximo 6 de noviembre --- ¿por quién votara usted, de manera que el gobierno que resulte de su voto le represente, en sus aspiraciones y necesidades ante el Estado, el gobierno?

El supuesto fundamental de la democracia, el entendido previo a todo acto electoral, es que el gobierno responderá y servirá al Bien Común, esto es, a las necesidades de todos, mediante los servicios que paga con sus contribuciones.  Si las contribuciones que todo el pueblo paga son la fuente de la capacidad del gobierno para ofrecer esos servicios, ¿por qué, a cuenta de que hay que privatizar ese tesoro del pueblo, es decir, entregárselo a los intereses particulares y restarle al gobierno mismo la capacidad para rendir esos servicios?  Se trata de una traición al pueblo, con los votos y los dineros del pueblo.  Hacer eso, como ha hecho Luis Fortuño, es cosa de farsantes.

Esa disyuntiva, servir al pueblo con los votos y dineros del pueblo, o entregarle el tesoro de ese pueblo a los amigotes, a su propia familia, y a los aventureros privados que no aventuran su capital, sino las contribuciones pagadas por el pueblo, y tapar esa flagrante traición con mentiras, cada día más grandes y más obvias, esa disyuntiva, digo, es la que se le presentará a cada votante en la leyenda escrita de cada papeleta electoral el próximo 6 de noviembre.

Luis Fortuño prometió en el 2008 mejorar las condiciones de vida del pueblo puertorriqueño.  ¿Las ha mejorado?  En empleos, en educación, en seguridad, en salud, en la administración de la justicia, en la Universidad, en las vastas mayorías de las comunidades pobres, en el agua, la luz, en el trato de las agencias con los ciudadanos, ¿cumplió?  Saque los embustes de su propia boca a un lado, y lo que queda es un cuadro de robos, fraudes, engatusamientos, como si el pueblo fuese tonto, torpe, olvidadizo, y se mamara el dedo.

Fortuño ha gobernado para sus amigotes, para su familia, para la ideología republicana retrógrada de allá y de acá.  Y ahora pretende, como pretende Romney en los Estados Unidos, que el pueblo vote por sus enemigos.  Si eso hace, adiós pueblo de Puerto Rico.  ¡Sarna con gusto no pica! 

Pero si hay pueblo, mandará a Fortuño y a su ganga de ladrones a donde merecen, al desprecio y al olvido, y quizás a las cárceles.

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