El periódico
El Nuevo Día ha realizado durante el último año --- cuando le vieron las
espuelas y los colmillos a Luis Fortuño --- una obra positiva de crítica bien
fundada sobre el esquema ubicuo de corrupción y de partidismo crudo de parte de
Luis Fortuño y su administración.
Vaya
eso por delante como contrapeso a lo que hoy he de expresar, con sorpresa y
pesar, sobre el editorial estúpido con que sale hoy en defensa del periodismo
prostituto de El Vocero.
Alega el
editorialista que importantes líderes del PPD han atacado la integridad
personal y profesional de los periodistas que firman las atrocidades
politiqueras que El Vocero le ha vendido al PNP a cambio de que --- con dineros
públicos --- sus páginas ejerzan el papel de gaceta y pasquín de ese
partido. Yo no he captado tales
ataques del PPD a los periodistas.
El
Nuevo Día prende en ira santa porque supuestamente se ha atacado la integridad
y misión de los periodistas cuyos nombres aparecen firmando las atrocidades mandases
y politiqueras de los dueños de El Vocero. Mi vieja exclamaría, si leyera esa falsa indignación, “¿de
cuando acá periquita con guantes?”
Y el viejo bardo inglés William Shakespeare seguramente exclamaría, “!
me thinks the lady does protest too much!”.
Vamos a
los hechos, como base de las expresiones que haré sobre la indignación
comercial de El Nuevo Día.
Hace
años que El Vocero ha venido practicando un periodismo adulterino,
tergiversando, falseando, inventando noticias, todas al servicio del PNP y
adversas al PPD. Naturalmente, eso
se paga con dinero, y Fortuño ha sabido corresponder a esa permuta de la verdad
por dinero, no con dinero de Fortuño ni del PNP, sino con dinero del pueblo de
Puerto Rico, en pago a ese adulterio periodístico. Pero hace poco los dueños y directores del periódico pasaron
del adulterio a la prostitución, y le vendieron la conciencia periodística ---
si alguna quedaba --- a Fortuño por dinero del Departamento del Trabajo y
contratos para su director. En
vista de eso y del descrédito del periodicucho en la calle, optaron por
entregarse totalmente: El Vocero
gratis, porque el gobierno lo paga.
Claro está, si no se vende, si no cuesta, es porque no vale nada, y eso
es lo que vale, exactamente nada.
Es increíble
que ante ese cuadro de prostitución periodística, que obliga a sus reporteros a firmar los engendros
que publica como manera de mantener sus frágiles empleos, El Nuevo Día monte en ira santa para
defender la libertad de prensa y la integridad de los periodistas que firman
las “noticias” de El Vocero.
Está
claro que hay que defender la dignidad de los periodistas, si tienen
dignidad. Claro que hay que
defender la libertad de prensa si es que es “prensa” y “libre” un pasquín político
como El Vocero. Pero eximir a esa
hoja suelta partidista de la crítica y de la libertad de pensamiento y
expresión de la ciudadanía y de los políticos que El Vocero difama a diario, es
sencillamente analfabetismo intelectual sobre el tema o algo peor e inconfesable.
Lo que
las constituciones políticas y la democracia liberal mandan sobre este tema es
la prohibición al Estado para suprimir la prensa y los periodistas, no importa
lo incómodos e impertinentes que resulten. Pero no le abrogan la libertad a nadie para criticar la
corrupción de alguna prensa y algunos periodistas cuando venden al mejor postor
su ministerio, o por debilidad moral o intelectual traicionan la profesión del
periodismo mismo.
A fin
de cuentas, la libertad de prensa es la libertad de los dueños de la prensa, y
muy marginalmente la libertad de los periodistas. Pero cuando estos son íntegros y profesionales, merecen
todos los reconocimientos y consideraciones del público democrático. Sin embargo, cuando estos periodistas
se convierten en despotricadores y cizañeros a sueldo contra todo y todos, no
merecen la estima del público aunque se respete su manera de ganarse la vida.
Uno se
pregunta por la motivación del El Nuevo Día para escribir un editorial tan estúpido
como el de hoy. ¿Cuál es el
“consideration” que explica tamaño disparate?
La conducta de El Nuevo Día en las próximas
seis semanas nos dará la respuesta.
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