En
tiempos de crisis, más allá de la vida cotidiana, el pueblo busca modelos, íconos,
paradigmas que le señalen el futuro, allende los atolladeros del presente. En esa expectativa, el pueblo a veces
encuentra, contrario a lo que busca y necesita, impostores que utilizan el
poder y la comunicación pública
para saciar sus apetitos de dinero y de poder. ¡Vaya íconos, vaya paradigmas y modelos!
Hoy, a
cinco días de las elecciones, me interesa destacar dos instancias luminosas del
modelaje apócrifo, falso, hipócrita y cínico, que se despliega desde el poder
para encubrir el crimen y la corrupción.
Me refiero a la señora del gobernador, que despliega su imagen, en fotografías
cursi, destacando los logros --- falsos todo lo que menciona --- de la tarjeta
de salud de su esposo, que es un desastre, que está quebrada, y que no ofrece
lo que ella anuncia.
Se
trata, en el caso de Luz Eufemia, de un anuncio político engañoso, de parte de
una señora que se negó a ser Primera
Dama, como lo mandaba la tradición centenaria en Puerto Rico. Despreció el servicio al pueblo ---
mediante una causa social de su personal decisión --- a favor de una práctica
legal privada de escrituras que los bancos le ofrecen a cambio del beneficio
que la legislación de su marido les provee. Y ahora, a días de las elecciones, se convierte en pasquín fotográfico
vulgar para ofuscar y negar lo que las mujeres en Puerto Rico saben: que el plan “Mi Salud” de Fortuño es una farsa, que está
quebrado, deniega más servicios de los que aprueba, y que no necesita para
resucitarlo las mentiras de Luz Eufemia, que de paso degrada la posición que
ostenta, aunque sea por accidente.
La
mentira da coraje, y la voracidad por el dinero de los ya millonarios a nombre
del pueblo, indigna.
El
segundo modelo que quiero discutir brevemente es el del alcalde de Guanabo, el
faraón del fraude electoral ya demostrado, que anda por ahí venteando su
candidatura a la reelección a base de “fuerza y determinación”. No hay duda que posee ambas cosas: fuerza de cara y determinación de
fraude. El municipio más rico de Puerto
Rico, el mayor enemigo de los pobres y sus comunidades, el padrino de los
“guaynabitos” corruptos, representa la crisis moral terminal del PNP y de
Hector O’Neill.
¡Y
pensar que Guaynabo y los guaynabeños que le llenamos los cofres
municipales a Héctor O’Neill
tenemos alternativas serias, capacitadas, competentes, para sustituir la
corrupción y el fraude rampante de Guaynabo, cuando somos los guaynabeños, los
residentes de Guaynabo, quienes lo sostenemos económicamente con nuestras
contribuciones!
Luis
Fortuño lo ha protegido porque es tal para cual. No hay capital moral en Fortuño para poner orden en
Guaynabo, cuando no ha podido o querido hacerlo con la Legislatura PNP, ese
antro de retrasados mentales y enemigos de la ética que el resto del País
siente y repudia. ¿Por qué endosar
la corrupción de O’Neill cuando tenemos ante nosotros el martes la opción de un
ciudadano limpio, honesto, capacitado que se llama Richie Vicens?
En la votación
del próximo martes el pueblo de Guaynabo --- el verdadero pueblo de Guaynabo
--- trabajador, limpio, honesto, ejercerá un voto limpio por Richie Vicens,
rechazando la corrupción, el fraude y el aprovechamiento económico de Héctor
O’Neill del tesoro, de este pueblo.
Este voto cerificará el carácter moral del pueblo mismo, limpio,
honesto, ético, o el del alcalde O’Neill como dueño y señor de esta ciudad. En la mañana del miércoles sabremos lo
que nos merecemos, mayoritariamente.
Si al pueblo de Guaynabo le gusta el fraude y
la corrupción, que vote por O’Neill.
Pero si las rechaza, tendrá en Richie Vicens un excelente servidor público,
del cual no tendrá que andar avergonzado.
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