Existe
en nuestra historia del siglo 20, irrumpiendo inalterada en lo que va del 21,
una leyenda ideológica, voceada por los elementos liberales del País --- de
Luis Muñoz Rivera a Alejandro Garcia Padilla --- en el sentido de que a Puerto
Rico le va mejor con los presidentes demócratas o sencillamente liberales, que
con los republicanos o conservadores.
Pienso,
por experiencia y por estudios de ese fenómeno, que el trato --- el maltrato
--- hacia Puerto Rico ha sido unánime desde la Casa Blanca, con la posible excepción
de Harry S. Truman, que facilitó nuestro primer gobernador puertorriqueño,
primero por nombramiento y luego por elección bajo el ELA.
McKinley,
Taft, Teodoro Roosevelt, Coolidge y Herbert Hoover fueron todos implacables
negadores de los derechos más elementales de nuestro pueblo. La ciudadanía americana fue impuesta en
1917 para reclutar, con visos de legalidad, soldados --- carne de cañón para
sus guerras, empezando en 1917-18.
El panegírico
positivo a Franklin D. Roosevelt no tiene ancla alguna en la realidad: mandó unos cupones para acá, a nombre
del Nuevo Trato y después de miles de ruegos de Luis Muñoz Marín. Mandó a
Puerto Rico a los peores gobernadores de nuestra historia, a Blanton Winship,
por ejemplo. Todos esos
Presidentes, desde Teodoro Roosevelt hasta Jimmy Carter --- estoy refiriéndome
solamente a los llamados “liberales” --- fueron imperiales e irresponsables con
Puerto Rico. El mejorcito, Carter,
nos endilgó miles de negros haitianos que no quiso admitir a territorio
continental, como a un campo de concentración de indeseables. Mientras tanto, la Marina y el Ejército
se adueñaron de las mejores tierras y puertos del País, por la casa, y ahora se
largaron y no quieren limpiar la porquería que dejaron tras un siglo y cuarto
de conducta imperial.
El
supuesto “liberal” más tongoneado en Puerto Rico fue Jack Kennedy. Explotó todo lo que pudo, con Muñoz,
Teodoro Moscoso y Arturo Morales Carrión en America Latina, y ¿cómo pagó esos
servicios? Con una traición: la derrota, por órdenes de Casa Blanca,
de la propuesta de Muñoz Marín para la culminación, el desarrollo del ELA en
1963.
Podemos
saltar sobre Carter y llegar a Bill Clinton. La misma historia: zalamerías verbales y traiciones
reales. ¿A quién nombró en la Casa
Blanca para orientarlo sobre los asuntos de Puerto Rico? A un buscón de Islas Vírgenes, un tal
Jeffrey Farrow --- que terminó por convertirse en contratista cabildero y
fotuto a sueldo del PNP. Además,
fue el Presidente que nos negó las 936.
Así
recalamos en Obama. Esta semana ha
roto el record de la infamia presidencial con respecto a Puerto Rico: concede perdón ejecutivo a 46
narcodelincuentes --- que quizás se lo merecían --- pero no puede indultar a un
hombre cabal, digno residente por más de 30 años de sus cárceles políticas. ¿Dónde está el liberal? Si además se
traslada esta callosidad al problema de nuestra deuda pública, su indiferencia es
irresponsable, está más que justificado pensar lo que escribí en este espacio
el pasado día 12 de julio: Estamos
Solos y Desolados. ¿Cómo debe
responder nuestro gobierno ante esa irresponsabilidad moral del Presidente
Obama, a los 117 años de la invasión de Puerto Rico, cuando se hicieron unos
compromisos hasta hoy incumplidos?
Ahora bien, si eso es lo que hace el Presidente Obama, ¿qué van a hacer
los líderes que nuestro pueblo eligió para defenderlo?